Las multas del helicóptero de Tráfico no llegan ni para pagar el combustible

El helicóptero de la DGT en Galicia cazó el año pasado a 275 infractores al volante. Ni un sancionado al día. Con los 150 euros de cada multa, la recaudación no llega para cubrir los gastos de las más de 300 horas de vigilancia que el «Abeja 23» hizo en las carreteras gallegas y asturianas en 2008. Y es que cada hora de vuelo, sin tener en cuenta las nóminas de la tripulación –un jefe de patrulla, un piloto, un mecánico y una operadora de vídeo– ni el precio de compra de la aeronave y de los equipos de detección láser, es de unos 400 euros.

No hay carteles que avisen de su presencia, ni GPS que alerten de los lugares y horarios de vigilancia. Como las patrullas de la Guardia Civil, el helicóptero de Tráfico aparece por sorpresa. Algunos conductores se dan cuenta de que están siendo vigilados demasiado tarde. Ya han cometido la infracción y la cámara los ha grabado in fraganti desde las alturas. Saben que en cuestión de días les llegará una multa de entre 150 y 300 euros por haber hecho un adelantamiento indebido, saltarse un stop o haber usado el móvil al volante. Pero la mayoría levantan el pie del acelerador o dejan el teléfono en el asiento del copiloto al escuchar las aspas del helicóptero o al ver su sombra en el asfalto. «Nuestra misión es patrullar para que la gente sepa que estamos ahí. Saben que todo lo que hagan ahí abajo, lo vemos desde aquí arriba», comenta Juan Carlos Abalde, piloto del «Abeja», mientras sobrevuela la Avenida Alfonso Molina, de entrada a la ciudad de A Coruña.

Con lo recaudado al año en sanciones por el helicóptero de Tráfico, la DGT puede decir eso de «no hay afán recaudatorio». Su presencia, como la de los agentes de la Agrupación de la Guardia Civil, pretende crear un efecto disuasorio entre los automovilistas más kamikaces al volante. Pero la vigilancia no es su única misión. Las tareas del «Abeja 23» también incluyen la regulación del tráfico. Por ejemplo, tras un accidente o durante los temporales de nieve y granizo, controla desde el aire la congestión circulatoria y plantea vías alternativas.

A una altura de mil pies (unos 300 metros) y una distancia de un kilómetro, nada se escapa al ojo del helicóptero de Tráfico. Y es que desde hace poco más de un mes, el «Abeja 23» cuenta con una cámara láser que lo capta todo. Basta con un zoom para saber si el conductor y sus acompañantes llevan puesto el cinturón o van hablando por el móvil. De ser así, otro zoom capta la matrícula del infractor. Infracción grabada, multa asegurada.

El objetivo del «Abeja», con base en el aeropuerto coruñés de Alvedro, es disuadir a los conductores más temerarios. A aquellos que logran zafarse de los controles de la Guardia Civil y que pisan el freno cuando están a pocos metros de un radar.

Las casi 335 horas de vigilancia del año pasado acumulan vídeos de un total de 275 conductores sorprendidos tras haberse saltado un stop o un ceda, la línea continua, hablar por el móvil o haber hecho cambio de sentido antirreglamentario. La cifra apenas varía respecto a 2007, año en el que fue interceptado un conductor menos. Sin embargo las horas de vigilancia de hace dos años (un total de 282) fueron bastante menos que las de 2008. «La gente ahora está más atenta», comenta el jefe de Tráfico de A Coruña y coordinador de los centros territoriales de Galicia, Pedro Pastor del Castillo, mientras observa a decenas de vehículos a través de la pantalla situada frente al asiento del copiloto del «Abeja».

Aunque maniobras antirreglamentarias haberlas hailas, los conductores se lo piensan dos veces antes de cometerlas. Y es que el sistema del carné por puntos, que el próximo miércoles 1 de julio, cumplirá tres años, vuelve a surtir el efecto disuasorio que tan sólo había provocado en los primeros meses de su aplicación. Pero no sólo la amenaza de perder el permiso, bien por agotar todos los puntos o por ser sancionado con la retirada por vía judicial, han hecho cambiar la actitud al volante. Ante la reforma del Código Penal, que sanciona con penas de cárcel el exceso de velocidad o las alcoholemias, el mensaje ha calado: el coche también es un arma con la que se puede delinquir.

A los que les «importa un bledo» la seguridad vial –tal y como dijo el jefe de la Agrupación de la Guardia Civil de Tráfico de Galicia, el teniente coronel José Luis Ulla– son pocos, pero la DGT los vigila. De los 1,5 millones de conductores censados en Galicia, Tráfico ha identificado a más de 2.000 de alto riesgo. Son multirreincidentes, con antecedentes por infracciones administrativas y penales al volante. Algunos también han sido cazados por la cámara del helicóptero de Tráfico. No hace mucho, el «Abeja» interceptó a un conductor dando marcha atrás para incorporarse a la Autovía de O Salnés y a otros haciendo un cambio de sentido antirreglamentario en la misma zona. «Con la obstaculización que eso supone para el tráfico y lo temerario que resulta para el conductor, sus acompañantes y el resto de usuarios», comenta María Quintáns mientras prepara el equipo para su turno de vigilancia.

Las infracciones más comunes detectadas desde el aire son los adelantamientos indebidos (33%), seguidas de las líneas continuas y cebreados (29%), señales de prioridad (22%) y giros incorrectos (11%). Entre el 5% restante está el uso del teléfono móvil o la falta de cinturón de seguridad o del casco.

El «Abeja» dispone ya de una cámara láser que detecta los coches a 300 metros de altura y un kilómetro de distancia.

No hay horarios conflictivos. Pero la mayoría de las maniobras antirreglamentarias no suelen cometerse en horas punta. «El tráfico es denso y no lo permite», comenta el piloto del Abeja. Lo que sí hay son carreteras conflictivas. Son las de acceso a las ciudades, las que concentran un mayor volumen de tráfico. En A Coruña, la AC-552 y la N-VI; en Pontevedra, la Autovía de O Salnés, en Lugo, la N-634 y en Ourense, la N-525. Y es que las prisas por llegar llevan a más de uno a saltarse las normas. Una media de cinco conductores son cazados cada semana por el helicóptero de Tráfico en Galicia. Un número de denuncias poco significativo en comparación con el total.

Fuente: Faro de Vigo

Autor: Otros
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