Fagor Ederlan (independiente de Fagor Electrodomésticos) puede dar en el clavo con su apuesta por la empresa murciana Comarth Engineering. Esta empresa se ha convertido en líder en un segmento de mercado muy específico: los vehículos eléctricos de reparto postal, con los servicios postales de España, Francia y Noruega como clientes.
El nicho es perfecto para un vehículo eléctrico, ya que el problema de los coches eléctricos habituales es que quieren “imitar” a los de combustión y se quedan tan cortos en prestaciones como caros en precio. El error de concepto es que los coches actuales están diseñados para llevar a bastante gente (4-5 personas) a mucha distancia (autonomía de 700 km sin parar) y a mucha velocidad (puntas de 160 km/h mínimo) a pesar de que el 90% de las veces sólo van una o dos personas a 30 km y 50-80 km/h. El resultado son coches eléctricos lastrados por el peso del chasis y las baterías que deben soportar su autonomía, lo cual penaliza sus prestaciones y precio. Las especificaciones de los carteros, sin embargo, son perfectas para un vehículo eléctrico: una persona, carga ligera y un recorrido predecible y rutinario que hace desaparecer la “range anxiety” o ansiedad por saber si vas a poder llegar a tu destino. Lo anterior también sirve para advertir del futuro boom de las motos y bicis eléctricas.
La decisión de Fagor Ederlan es de compromiso total: en vez de limitarse a un acuerdo comercial o una sociedad conjunta, Ederlan entra en el accionariado de Comarth convirtiéndose en el segundo mayor accionista. El fundador de Comarth ya ha tenido que aplacar temores en Murcia sobre si el acuerdo con Ederlan supondría traslado de actividad a tierras vascas.
Por cierto, Comarth empezó fabricando superdeportivos exclusivos, tarea que no ha abandonado pero que revela lo importante de saber pivotar el modelo de negocio.
Fuente: Gananzia
