Hoy por mí, mañana por ti

Hace unos cuantos de años, haya por los 80, el atractivo de la gran mayoría de las marcas generalistas de automóviles era el vender sus vehículos como los más rápidos y devoradores de km de carretera a altas velocidades.

Un tiempo después pasaron a vender seguridad a troche y moche, airbags (frontales, laterales, de rodilla, incluso exteriores de capó para aminorar las posibles lesiones en los atropellos a peatones), controles de tracción para evitar derrapes que llevasen a accidentes de los catalogados como muy graves y un largo etc… de elementos encaminados a la mejora de la seguridad vial, no solo del propio conductor, sino incluyendo también al resto de los usuarios de la circulación.

En la época actual la tendencia es muy clara, debido a la gran contaminación ambiental existente de la cual tienen parte de culpa, hoy por hoy la moda es la reducción de emisiones de CO2 a la atmosfera.
Para eso las marcas se sacan de la manga alternativas como motores que funcionan con GLP, Híbridos e incluso eléctricos cien por cien.

No todos los ciudadanos estamos por la labor de cambiar nuestro automóvil por el momento aunque si podemos cambiar o modificar nuestro manera de conducir no solo para ahorrarnos unos euros a final de mes, sino que también contribuiremos en un ahorro energético importante.

Esa manera de conducción se le conoce por “Conducción eficiente”.

¿Sabías que un solo litro de gasolina o gasóleo consumido emite a la atmósfera entre 2,35 y 2,6 kilos de CO2? Pero, además, una conducción eficiente y responsable aporta otros grandes beneficios: más seguridad y confort dentro del vehículo durante la marcha, menor desgaste y ahorro en mantenimiento de la mecánica –frenos, embrague, neumáticos, motor, caja de cambios… de nuestro vehículo.

Si te consideras un conductor comprometido con el cambio climático y el medio ambiente, entre otras causas claramente… ten propongo estas recomendaciones:

  • Sal sin acelerar. No es necesario pisar el acelerador al arrancar: consume carburante inútilmente. La electrónica del vehículo regula las condiciones del encendido.
  • La 1ª, solo para salir. Utiliza la primera para iniciar la marcha, sin abusar del acelerador. Ponga segunda marcha tras dos segundos o 5-6 metros recorridos.
  • Anticipe el cambio. Acelerar de forma progresiva, sin pisar el pedal a fondo. En motores de gasolina, cambie entre las 1.500-2.500 revoluciones; en los diésel, entre las 1.300-2.000.
  • Marchas largas. Utiliza marchas largas a bajas revoluciones el mayor tiempo posible. Sin locuras, usa la cabeza.
  • Velocidad constante. Conduce a una velocidad lo más uniforme posible, sin acelerar ni frenar innecesariamente. Así el desperdicio de energía y combustible queda limitado.
  • Modera la velocidad. No sólo por seguridad: el aumento de la velocidad implica un aumento mucho mayor del consumo de combustible y hace que este se dispare.
  • Anticipación y previsión. Mantener la distancia de seguridad para anticiparse a los imprevistos también hace nuestra conducción más eficiente. Y, por supuesto, más segura.
  • Usa el freno motor. En las deceleraciones, levanta el pie del acelerador y deje rodar el vehículo con la marcha engranada. El motor actuará como freno y el consumo será cero. Si es posible, deténgase sin reducir de marcha.
  • Pendientes. En las subidas, conviene retrasar –en lo posible– la reducción de marchas y acelerar ligeramente. En las bajadas es más eficiente circular en marchas largas y rodar por inercia, evitando siempre cualquier situación de riesgo.
  • Vigila el mantenimiento. Un coche en óptimas condiciones mecánicas contribuye a la conducción segura y eficiente.
  • Calefacción, si es necesaria. Lunetas térmicas, calefacción y sobre todo aire acondicionado incrementan el consumo, hasta un 25%.
  • Suba las ventanillas. Las ventanas abiertas aumentan la resistencia al avance y consumo extra del 5%.
Autor: José
Profesor de autoescuela.

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