Llega la Operación Especial de verano… con la cantinela de los 10.000 agentes que velarán por nuestra seguridad. Realmente serán 2.000.

Uno de los “hits” más recurrentes y exitosos del repertorio degetero anuncia de nuevo su llegada: Los “10.000 agentes de la Guardia Civil de Tráfico” que velarán por nuestra seguridad. ¿De verdad son tantos? Tristemente, no: apenas 2.000 con las bajas que no se han cubierto.

A fecha de hoy, casi no llegan a los 9.000 los agentes de la Agrupación de Tráfico de la guardia civil, de los que menos de 2.000 estarán en la carretera a finales de esta semana, cuando se dé luz verde a la primera fase de la Operación Especial de Tráfico verano. Como mucho, una quinta parte del total, quitando a quienes no hacen labores de vigilancia, los de oficinas, los mecánicos, un buen puñado de mandos y la escalofriante cifra de los que se encuentran de baja, cifrados en el entorno del 20%.

Sabemos, y se repite hasta la saciedad, que la presencia de patrullas de Guardia Civil de Tráfico es uno de los más efectivos bálsamos preventivos en la ecuación de la seguridad vial, pero Pere Navarro no parece tenerlo tan claro, ya que está mermando a marchas forzadas la plantilla de la Agrupacón de Tráfico. Para este año, pese a que el Gobierno se comprometió aumentar plantilla de la Agrupación hasta los 13.000 efectivos, se prevé un reducción neta del 5%.

Ya lo dijo Pere Navarro: Un radar hace el trabajo de diez Guardias Civiles. Más allá de la evidencia de que a Navarro no le gusta la Guardia Civil (y, de hecho, lo primero que hizo al llegar a la DGT fue encargar un plan para sustituir a la GC de Tráfico por un cuerpo “a la italiana”), nos encontramos con la alarmante realidad de que la disminución de la plantilla de agentes en labores de vigilancia tiene un directísimo efecto sobre el aumento de la siniestralidad. Ahora, Interior quiere reducir progresivamente un 5% la plantilla de la Agrupación de Tráfico mediante la amortización de las plazas por bajas, jubilaciones y cambio de destino.

La relación entre la plantilla de la ATGC y el número de vehículos en la carretera es ya una cuestión de alarma nacional. No olvidemos que en el programa electoral del PSOE del año 2004 se comprometía a aumentar la plantilla en 3.000 Agentes ( mil por tres años consecutivos) lo que de haberse cumplido hoy debería haber una plantilla cercana a los 12000 Agentes lo que seguiría seindo escaso. En la década de los 90, la propia Dirección General de la Guardia Civil reconocía en un documento interno que se necesitaban, por aquellos años 14.000 Agentes. Todo ello con un parque de vehículos y de kilómetros de carreteras mucho menor que el actual.

Sólo hay que mirar el incremento de kilómetros de carretera en la década del 2000 al 2010 -la década de la economía “champions league”-, o el de vehículos, o permisos de conducción existentes. El incremento ha sido grande y es fácil comprobarlo: las estadísticas de kilómetros de carretera existentes, la del parque de vehículos en circulación, la de permisos existentes. Si este incremento se pone en relación con el número de Agentes de la Agrupación de Tráfico de la Guardia Civil, se observa de manera inmediata que el incremento en el número de Agentes no ha sido ni por asomo proporcional al incremento de kilómetros de vía o de vehículos durante el mismo periodo.

A pesar del incremento significativo de Agentes en la Agrupación que se produjo durante los años 2006, 2007, 2008 y 2009, gracias a convocatorias mastodónticas de plazas, el número total de Agentes se ha estancado en poco más de 9.000 agentes de los que tan sólo una quinta parte están a pie de arcén en el mejor de los casos, como en operaciones especiales de tráfico.

Ya no se ven guardias en la carretera

Esta situación motiva la preocupación de los conductores, que tras realizar viajes de centenares de kilómetros, comentan que no se han cruzado con ninguna pareja de Guardia Civil de Tráfico, que parecen haberse convertido en una rara avis de la carretera.

Con el avance de la crisis económica la situación no sólo no ha mejorado, sino que parece empeorar. De las restricciones en el uso de vehículos, en el uso de boquillas para pruebas de alcoholemia y en otros medios materiales necesarios para el quehacer diario de los agentes, se pasó a las presiones sobre los guardias para que incrementasen el número de denuncias impuestas, materializándose dichas presiones en la imposición de un baremo para medir el rendimiento que otorga una clara preponderancia a la actividad sancionadora de los agentes sobre otras actividades “menos rentables”, tales como los auxilios en carretera a vehículos accidentados o la instrucción de informes sobre accidentes.

Con la aplicación de este baremo, algunos agentes que han presentado una menor actividad sancionadora respecto a sus compañeros de Unidad, han sido propuestos para la retirada de una complemento de sus nóminas, que ya habían sufrido el recorte general del 5% común a todos los funcionarios. La evidencia, irrefutable, sobre la búsqueda por parte de la DGT de mayores ingresos derivados de las sanciones de tráfico ha sido la constante en toda información que tocase las relaciones entre la ATGC y el Ministerio del Interior.

Los radares son más rentables

Pero como no hay dos sin tres, la política de Interior y de la Dirección General de Tráfico hacia la Agrupación de Tráfico de la Guardia Civil no ha parado aquí. Si hasta ahora era difícil observar parejas de Agentes en la carretera, que siguen siendo un pilar fundamental de la política preventiva de seguridad vial, amén de un suspiro de tranquilidad para la inmensa mayoría de los conductores, a partir de ahora no sólo será difícil: será más bien misión imposible. Según informan fuentes de la Agrupación a www.elantirradar.com, la intención del Ministerio del Interior es reducir de manera progresiva el número de agentes de la Guardia Civil de Tráfico en un 5%, mediante la amortización de las vacantes por pasar a la reserva o a otras especialidades, e incluso mediante el envío forzoso de los agentes “díscolos” a cursos de reciclaje, cuya no superación supondrá la pérdida de la llamada Especialidad de Tráfico, es decir, la cualificación profesional para ejercer como guardia de tráfico.

Sobra decir que los exámenes para la superación de esos cursos de reciclaje serán debidamente “adaptados” para que obtengan la revalidación de la especialidad sólo aquellos que lo merezcan, es decir, los que primen la recaudación sobre la prevención y el auxilio.

Con esta medida de reducción de la plantilla de la Guardia Civil de Tráfico, ya en marcha, se buscaría exclusivamente una reducción de costes, sobre todo aquellos derivados de la uniformidad de dotación, ya que al parecer sólo existe presupuesto para cubrir los gastos de uniformidad de 8.800 Agentes. Blanco y en botella.

Lo que es evidente es que la menor presencia en las carreteras, debido a la reducción del número de agentes iniciada a mediados de 2010 y que se ejecutó no ofertando las vacantes que se iban produciendo, sí que redundará de manera determinante en un incremento de la siniestralidad.

Mientras, para lo que no falta presupuesto es para radares: este año nos esperan 100 nuevos dispositivos. Por nuestra seguridad.

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