Por primera vez, un estudio con la muestra de vidas laborales pone cifras al ajuste de los sueldos. Los trabajadores que han mantenido su empleo durante la crisis ganan un 73% más.
A nadie se le escapa que España ha vivido un fuerte proceso de ajuste de los salarios que ha servido para purgar los excesos de la burbuja e incluso algo más. Sin embargo, faltaban cifras concretas como las que ha publicado Daniel Fernández Kranz, investigador del IE Business School, en el último ‘Cuaderno de información económica’ de Funcas. El autor recoge datos de la muestra continua de vidas laborales (MCVL), lo que permite trazar el paso de cada trabajador a lo largo de la crisis, para así evitar el margen de error de las encuestas, o los problemas de agregar cifras y comparar las medias.
Dos son las conclusiones básicas del estudio. La primera, que la devaluación salarial se ha centrado en las personas que perdieron su empleo y encontraron otro con peores condiciones y remuneración. La segunda es que la temporalidad, los contratos a jornada parcial y el ajuste de los salarios han producido que los nuevos contratos sean un 23% más bajos que los que se firmaban antes de la crisis. Si se unen los dos factores, la conclusión es sencilla: la brecha entre trabajadores no ha dejado de aumentar durante la crisis (en especial, desde la reforma laboral de 2012). Ha llegado a tal punto, que los trabajadores que han mantenido su empleo (‘stayers’) ganan un 73% más que los que han cambiado de empleo (‘movers’).
Los datos de la MCVL reflejan que los trabajadores que conservan su empleo han conseguido elevar sus ingresos anuales reales (descontada la inflación) un 4,5% entre 2008 y 2015. Por el contrario, los ingresos de aquellos que perdieron su trabajo han caído un 4,1%. En el primer grupo, el de los que mantienen su empleo, son mayoría los trabajadores que empezaron la crisis con un contrato indefinido (82%), lo que fue una garantía para todos ellos. Por el contrario, de los que perdieron su empleo, casi la mitad (el 46%) tenía un empleo temporal, por lo que fueron despedidos con facilidad. Una vez más, la dualidad del mercado laboral muestra su peor cara. Todos estos trabajadores que se fueron a la calle son quienes han soportado la devaluación salarial. El deterioro de sus ingresos se debe a tres factores que han operado en el mismo sentido: el empleo a tiempo parcial, la temporalidad y la propia caída de salario a iguales características del contrato. La suma de los tres provoca que los ingresos anuales por los nuevos contratos en 2015 fuesen un 23% inferiores a los de 2008.
¿A qué se debe esta caída? La mayor parte (casi 18 puntos) responde al cambio en las características del contrato, que se precariza porque las condiciones son peores. En primer lugar, la proliferación de contratos temporales cada vez más cortos provoca que muchos de estos trabajadores no tengan empleo durante todo el año, sino que alternen temporadas ocupados y desempleados. La consecuencia es que al final del año sus ingresos por el empleo principal se ven reducidos en un 15%.
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En segundo lugar, se ha producido una explosión de contratos por horas que reducen la jornada laboral y también los ingresos. Estos contratos a tiempo parcial explican tres puntos de la caída del salario anual. Por último, la devaluación propia del empleo (menos retribución a idénticas características del contrato) explica otros cinco puntos de caída de los ingresos.
La devaluación es más pronunciada en el caso de los jóvenes, uno de los colectivos más penalizados por la crisis económica. Los ingresos que consiguen los menores de 26 años con sus nuevos contratos son un 33% más bajos. Un tercio menos. Eso sí que es devaluación salarial. La mayor parte de la caída de los ingresos (22 puntos) se produce por el deterioro de las características de los nuevos contratos.
En concreto, 13 puntos de este descenso se deben a la caída en el número de días trabajados, consecuencia del empleo temporal. Por su parte, los contratos a jornada parcial explican cinco puntos de la caída. El resto, un descenso del 11%, se ha producido por la propia devaluación salarial a iguales características del contrato.
Salir y entrar del mercado laboral
El estudio de Fernández Kranz también distingue la evolución del salario de un mismo trabajador durante la crisis que perdió su empleo y posteriormente consiguió reengancharse, gracias a los microdatos de la MCVL. Este grupo de personas, los ‘movers’, debería haber conseguido en este periodo una mejora salarial real (descontada la inflación) por día trabajado (lo que elimina el factor de la temporalidad) del 2% como fruto de su mayor experiencia, que les hace más productivos.
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Sin embargo, la realidad es que su salario por día ha caído un 3,3%. El principal motivo de esta caída de la retribución es la propia devaluación salarial, que ha generado un descenso del 5,4%. También supone un lastre el ajuste en el número de horas, que explica 3,2 puntos de caída de la retribución. El descenso sería mayor sin la compensación de la mayor experiencia (aporta dos puntos) y del cambio a sectores que pagan tradicionalmente mejores salarios (la construcción ha destruido la mayor parte del empleo y su retribución está entre las más bajas), que generó un avance del 1,7%.
n resumen, si no fuese por estas dos mejoras en el mercado laboral, la realidad sería que el salario por día de trabajo de cada empleado habría caído un 9% entre 2008 y 2015. “El principal factor explicativo del descenso en el salario diario es el componente precio, lo que indica que el mercado laboral español está retribuyendo peor que antes el mismo tipo de empleo”, advierte el investigador.
Esta penalización surge a nivel de empresa y no se debe a que los nuevos contratos se firmen en empresas que pagan menos
La devaluación salarial no se produce únicamente porque los trabajadores despedidos en una empresa se hayan ido a otra que les paga menos. Dentro de cada empresa también se ha producido la devaluación salarial. Esto es, han prescindido de un trabajador para contratar a otro a un precio más bajo. Así lo explica el autor: “Esta penalización surge a nivel de empresa y no se debe, por tanto, a que los nuevos contratos se firmen en empresas que pagan menos”.
El autor analiza la dispersión de salarios en cada empresa aislando el efecto de los diferentes tipos de contrato que existan. La conclusión es “un aumento muy importante de la dispersión salarial que no viene explicada por las características de la empresa o del trabajador”. Este fenómeno “se empieza a dar en 2012, quizá como resultado de la reforma laboral de ese año, y se acelera los dos últimos años de la muestra, que es cuando ha habido una mayor creación de empleo”. A falta de conocer los datos de 2016 y 2017, estas cifras muestran que la devaluación salarial sigue presente en el mercado laboral español en plena recuperación de la economía.