El 25% de los fármacos que se consumen habitualmente, autorizados por la AEMPS (Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios), puede afectar a la conducción de alguna forma, provocando una reducción de los reflejos al volante o un aumento del tiempo de reacción alteración en la percepción de las distancias, hiperactividad, alteraciones oftalmológicas o auditivas, estado de confusión y aturdimiento, somnolencia o efecto sedante.
El peligro de conducir cuando se está tomando determinados medicamentos aumenta aún más porque la mayoría de los conductores no es consciente de los efectos de los fármacos sobre la conducción. De ahí, el papel fundamental que tienen tanto el prescriptor del medicamento como el farmacéutico a la hora de informar al paciente sobre lo que va a tomar. Según estudios recientes, recibir información sobre los efectos de un determinado medicamento en la conducción reduce un 45% la tasa anual de accidentes por cada 1.000 pacientes.