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CONOCER LA ENFERMEDAD
¿Qué
es la enfermedad de Parkinson?
La enfermedad de Parkinson es una enfermedad del sistema nervioso.
Afecta a las zonas del cerebro encargadas del control y coordinación
del movimiento del tono muscular y de la postura.
En esta zona, llamada sustancia negra, existe un componente químico,
la dopamina. La presencia de dopamina es esencial para la regulación
de los movimientos, es decir, para que los movimientos se realicen
de una forma efectiva y armónica.
En la enfermedad de Parkinson, se produce una degeneración de la
sustancia negra, cuya consecuencia es la disminución de la
dopamina.
Es por ello que las principales manifestaciones de la enfermedad
expresan un control deficiente de los movimientos: temblor,
lentitud, rigidez y alteraciones de la postura y de la marcha.
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¿Cuál
es la causa de esta enfermedad?.
La enfermedad de Parkinson fue descrita por primera vez por el médico
inglés James Parkinson en 1817. Desde entonces se han invocado
varias causas posibles aunque, hasta el momento, nos sea
desconocida.
Recientemente, se ha descubierto una sustancia química (denominada
MPTP) que, al ser ingerida de forma accidental, provoca un trastorno
similar al de la enfermedad de Parkinson. El hallazgo de un factor tóxico-ambiental
como responsable de alteraciones parkinsonianas, ha producido un
importante impulso en el ámbito de la investigación de la causa de
esta enfermedad.
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¿A quién
afecta?
La enfermedad suele comenzar entre los 50 y 65 años, afecta a todas
las razas y se observa en todas las regiones del mundo sin que tenga
predilección por uno de los dos sexos. |
¿Cuáles
son los síntomas?
La enfermedad de Parkinson se manifiesta básicamente por la
presencia de temblor, rigidez de los músculos y lentitud y
dificultad para iniciar el movimiento. Estos síntomas pueden
aparecer aislados o combinados, pudiendo predominar en una parte del
cuerpo o bien ser más marcado un síntoma sobre los demás, de
forma que hay gran variación de un enfermo a otro.
En los comienzos pueden aparecer molestias muy variables, difíciles
de relacionar con la enfermedad. No es raro que los pacientes acudan
inicialmente al traumatólogo, aquejando dolores en las
articulaciones, o al psiquiatra buscando el tratamiento de un estado
depresivo.
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Componente
infeccioso:
Improbable
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Causas
inmunes:
Indefinidas
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Factores
genéticos:
Probables
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Alteración
metabólica:
Posible
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¿A
cuántas personas afecta?
1
de cada 100 mayor de 65 años
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¿En
qué sexo predomina?
Igual
hombres que mujeres
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¿Entre
qué edades?
Se
inicia generalmente a partir de los 50 años. El mayor número de
casos se da entre los 70 y 80 años.
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Síntomas más
característicos
¿Puede
curarse?
La enfermedad de Parkinson puede ser controlada y tratada
eficazmente en la actualidad. Los medicamentos que se conocen hasta
el momento, permiten aliviar la mayor parte de los síntomas aunque
no eliminen la causa.
Existen varios grupos de medicamentos útiles en el tratamiento de
esta enfermedad. Los anticolinérgicos alivian el temblor y la
rigidez y reducen el exceso de producción de saliva, siendo menor
su efecto sobre la lentitud de los movimientos. Los efectos
secundarios más frecuentes en este tipo de medicación son:
sequedad de boca, estreñimiento, visión borrosa y trastornos de
memoria. Otra sustancia con efecto antiparkinsoniano es la
amantadina que en un principio se utilizó como antivírico,
descubriéndose casualmente su acción sobre la enfermedad de
Parkinson.
La utilización de la levodopa significó un gran avance en el
tratamiento de la enfermedad. El descubrimiento de esta sustancia,
precursora de la dopamina, cuya acción es sustituir el déficit de
ésta, mejoró en gran manera la calidad de vida de los pacientes
afectados. La levodopa mejora todos los síntomas de la enfermedad.
Sin embargo, es menos eficaz en el control del temblor y de las
alteraciones de la postura. Con el tiempo, algunos pacientes
tratados con este medicamento, experimentan una regresión en la
mejoría inicial obtenida y aparecen una serie de efectos
secundarios que modifican negativamente la importante respuesta del
comienzo del tratamiento. Por un lado, los fenómenos
"on-off" o fluctuaciones del estado del enfermo durante el
día, que oscila entre ratos sin síntomas (fases "on" o
fases de conexión a la levodopa) y otros en que reaparecen el
temblor, la dificultad para caminar y la lentitud (fases
"off" o fases de desconexión a la levodopa). Por otro
lado, aparecen las discinesias o movimientos involuntarios anormales
en relación con la toma de la medicación.
Estas limitaciones características del tratamiento a largo plazo
con levodopa, motivaron la búsqueda de nuevas posibilidades, entre
ellas los agonistas dopaminérgicos, de los cuales el más conocido
y utilizado es la bromocriptina (Parlodel) que utilizada
conjuntamente con levodopa, permite reducir la gravedad de los
efectos secundarios de ésta, y complementa su efecto.
La bromocriptina también es útil como tratamiento inicial, junto a
levodopa, a dosis bajas, con el fin de retrasar y atenuar las
complicaciones de la levodopa a largo plazo,. Sus efectos
secundarios iniciales consisten en náuseas, estreñimiento y en
ocasiones hipotensión arterial.
Se está recomendando también el uso de selegilina, en base a su
posible efecto para retrasar la evolución de la enfermedad.
Tanto la levodopa como los agonistas dopaminérgicos y la selegilina
pueden causar complicaciones mentales, ante las que debe
considerarse un ajuste de la dosis.
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¿Cuál
es la evolución?
En la mayoría de pacientes con enfermedad de Parkinson los síntomas
son lentamente progresivos, de la manera que la interferencia en la
vida cotidiana del enfermo puede ser mínima durante varios años.
No es raro que en algunos casos los síntomas permanezcan
aparentemente estables por largos períodos de tiempo.
Por otro lado, la mayoría de los síntomas principales de la
enfermedad, pueden controlarse con la medicación actual. Esta
posibilidad de control, junto con la aceptación y adaptación a la
enfermedad por parte del paciente, suele significar que la mayor
parte de personas con enfermedad de Parkinson pueden llevar una vida
independiente y activa, a pesar de las limitaciones que impone la
misma. A medida que la enfermedad progrese y aparezcan nuevos
problemas, ya sean debidos a la propia enfermedad o a la medicación,
deben buscarse soluciones que, a veces, implican un cambio o ajuste
de los medicamentos.
La enfermedad de Parkinson tratada debidamente, no acorta las
perspectivas de vida.
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