La tortura oculta
Desde que el toro es secuestrado en la dehesa, el terror no le abandonará, viéndose lejos de los suyos y metido en un cajón tan estrecho que le obliga a llevar la cabeza torcida durante los dias que dura el transporte: "Como animal sufre un estres enorme. En ese trayecto suele perder entre 40 y 50 kilos". (Declaraciones a Interviu del matarife Finito de Córdoba). La tortura no ha hecho mas que empezar: antes de salir al ruedo, los toros reciben continuas palizas con sacos de arena hasta quedar desriñonados; fortísimos purgantes les causan diarreas sanguinolientas, que les abrasan el intestino y les extenuan al punto de apenas sostenerse en pie.
El veterinario en jefe de la Plaza de las Ventas reveló que los toros reciben purgas de 25kg de sulfatos, cuando tan solo 4 kilogramos seria una dosis masiva brutal; este mismo veterinario también descubrió que los toros son sedados con frecuencia usando Combilín, un fármaco hipnótico; biólogos de la Universidad de Salamanca declararon que al menos, "uno de cada cinco toros de lidia que salta al ruedo, lo hace drogado hasta los dients, con fármacos que le debilitan, facilitanto asi la labor del matador." (El Nervión, 1-12-2000). Para impedir que el toro se quede parado se le practicaran cortes en las pezuñas, vertiendo en ellas trementina quemante; los cuernos serán mutilados a sierra de sus puntas, al tiempo que, los ojos, embadurnados de vaselina, lograrán que la visión del animal, ya de por si deficiente, sea por completo borrosa. Y como remate de este cúmulo de manipulaciones cobardes, bolas de algodón como puños se introducen al fondo de sus fosas nasales, haciendo su respiración tremendamente fatigosa.