La disminución del número de accidentes de circulación registrada por la Dirección General de Tráfico (DGT) en los últimos años está teniendo un reflejo directo en la estadística de ingreso de nuevos pacientes en el Hospital Nacional de Parapléjicos de Toledo, donde estos siniestros han dejado de ser la primera causa de lesión medular.
Según datos de este hospital, los accidentes de tráfico solo han representado el 19% de los ingresos en lo que va de 2011, mientras que las causas no traumáticas -las debidas a enfermedades de tipo congénito o tumores- han supuesto el 61%. Estos porcentajes se invertían hace tan solo un década, pues los accidentes de tráfico suponían el 46% de las entradas en el hospital.
El perfil de los pacientes que acaban en este centro aprendiendo a vivir en silla de ruedas tras sufrir un accidente de tráfico es el de un conductor de coche (90%) -no acompañante- que ha colisionado con otro vehículo o bien se ha salido de la carretera. Los siniestros de motocicleta representan el 32% de los ingresos por accidente de circulación y, según alertan desde la dirección médica de este hospital, van en aumento año tras año. Esto último concuerda con los datos que recoge día a día la DGT, que ya ha puesto a los motoristas en el centro de sus políticas de seguridad vial.
Recorrer el Hospital Nacional de Parapléjicos de Toledo durante las sesiones de rehabilitación es un ejercicio práctico de las consecuencias de una conducción temeraria, un simple despiste al volante o una noche con varias copas de más. Es el caso de Lorenzo Hernández, de Badajoz, cuyo coche dio varias vueltas de campana a pocos kilómetros de su casa, después de una juerga nocturna.
«Estos errores se pagan caro, pero se repiten cada fin de semana», advierte Lorenzo, que no duda en colaborar con la DGT en sus campañas de concienciación que realiza junto a la Federación Nacional de Asociaciones de Parapléjicos y Grandes Discapacitados (Aspaym).
Del volante a la silla
El pasado verano Lorenzo Hernández acompañó a agentes de la Guardia Civil de Tráfico en la realización de controles de alcoholemia en las carreteras, para que los conductores comprobasen con sus propios ojos que del cómodo asiento del coche al reducido espacio de la silla de ruedas «hay una delgada línea».
En estas campañas también ha participado Carmen Movellán. Sufrió una lesión medular como copiloto de un coche en la isla de El Hierro. No había ingerido una sola gota de alcohol, pero no llevaba puesto el cinturón de seguridad.
A sus casos se suma el de Diego Mulan, que acaba de regresar de Galicia tras recorrer durante cinco días varios tramos del Camino de Santiago en silla de ruedas en compañía de otros pacientes. «En este hospital todo es muy accesible pero fuera, en la calle, todo es diferente porque las aceras están llenas de inconvenientes para subir a ellas y no todas las calles están arregladas», reconoce.
La reducción del número de accidentes de tráfico ha tenido como efecto una disminución de los ingresos por este motivo en el Hospital Nacional de Parapléjicos. Las enfermedades de la médula espinal, los tumores, las alteraciones congénitas y las complicaciones quirúrgicas representan ya la mayoría de estos ingresos.
Róber, joven leonés de El Bierzo, bien lo sabe. «Soy un Guillain-Barré», dice sonriente, en referencia al síndrome de este mismo nombre que altera el sistema nervioso y acaba paralizando a quien lo padece. «Cuando llegué a este hospital pensé que todo iba a ser triste pero la verdad es que hay una gran camaradería», cuenta durante su sesión diaria de rehabilitación, en la que el trabajo del fisioterapeuta es clave para tratar de recuperar la movilidad de las extremidades.
Todos ellos son ejemplos de superación ante episodio traumático que les ha cambiado la vida.
Fuente: El Diario Montañes