Que levante la mano aquel que no se haya sentido nunca como un tonto al estar plantado ante un semáforo en rojo mientras no pasa absolutamiente nadie en tres kilómetros a la redonda. En casos así nos quedamos quietos porque sabemos que hay que hacerlo, pero nos preguntamos si no sería posible que de alguna manera se reprogramasen los ciclos de los semáforos para evitarnos ese inútil parón. Y si una vez pasamos un semáforo tenemos que detenernos al cabo de unos metros por una nueva luz roja, quizá nos parezca que unos semáforos más eficientes nos ayudarían a circular con más fluidez y dando menos contaminación a nuestras ciudades.
Eso mismo debieron de pensar Stefan Lämmer y Dirk Helbing en las universidades de la alemana ciudad de Dresde y de la suiza Zurich, respectivamente, de manera que entre los dos crearon un modelo computerizado del tráfico de las calles de Dresde y equiparon los semáforos con sensores y con unos dispositivos de comunicación con los que romper la rigidez del patrón preprogramado tan habitual en los juegos semafóricos del mundo entero.
¿El resultado? A pesar de que el patrón que seguían los semáforos parecía ser aleatorio y caótico si lo comparásemos con un patrón preprogramado, el resultado final fue una reducción del tiempo de espera del 10 al 30 por ciento, ya que los semáforos daban paso o lo denegaban no basándose en una pauta fija para una determinada franja horaria, sino en función de la carga de tráfico detectada en cada momento, en tiempo real, como se suele decir.
Gracias a sus sensores, los semáforos detectaban el número de vehículos que había en circulación y en cada momento calculaban el tiempo que debían permanecer en verde para permitir el paso con fluidez. Además, Lämmer y Helbing conectaron los diferentes semáforos entre sí para que las mismas máquinas se comunicasen y de esta forma evitar que los vehículos que dejara pasar un semáforo se detuvieran al llegar a la siguiente intersección.
Semáforos variables en España, ¿y si…?
No cabe ninguna duda que una red de semáforos bien conjugada puede contribuir a la mejora de la movilidad y, de paso, a la mejora de la calidad del aire en las ciudades, y es que no podemos olvidar que es en ciudad donde los tiempos muertos, con el motor a ralentí, y las continuas aceleraciones en marchas cortas elevan los consumos de carburante y por tanto los niveles de contaminación, tanto ambiental como acústica. Y la pregunta sería: ¿qué ocurriría si en España instalásemos unos semáforos que detectaran la carga de tráfico en tiempo real y además se comunicasen los unos con los otros para brindar a los conductores largas calles en las que no fuera necesario detenerse?
Dice el tópico que en España apenas se plantan señales R-3, que indican que se circula por una calzada con prioridad, porque el día que nuestras carreteras se llenasen de señales con el huevo frito, los conductores, alentados por la confianza de saberse con prioridad en cada intersección, correrían de lo lindo sin importarles demasiado si a la velocidad a la que circulasen los transformara en invisibles ante aquellos que encontrasen un stop en su camino. Eso dicen.
Y volviendo al tema que nos ocupa tenemos, por ejemplo, que en el pasado yo mismo he podido recorrer cientos de veces buena parte de la ciudad de Barcelona, de una punta a la otra, deteniéndome en sólo dos semáforos, que además siempre eran los mismos. ¿Cuál era mi fórmula para conseguirlo? Circular a unos 40 Km/h (más o menos) y no tener a mi alrededor a demasiados conductores que perpetraran montones de desplazamientos laterales bruscos a la caza de un inexistente carril más rápido que el resto.
Dicho de otra manera: los semáforos están calibrados para regular contingentes de tráfico más o menos variables, dependiendo de la sofisticación del sistema que se emplee, pero también pueden actuar como elemento regulador de la velocidad. Y si cada uno de nosotros, como conductor de su vehículo, sabe hallar la velocidad clave para ver todos los semáforos en verde, obtendrá una marcha más cómoda y relajada, y además entre todos economizaremos carburante.
Pero para que eso suceda, los semáforos tienen que estar comunicados entre sí, ya sea por medio de un complejo sistema centralizado como el de Barcelona, o por medio de un sistema ‘más 2.0’, como el investigado en Dresde. En cualquier caso, el sistema funciona si se emplea con corrección. Sólo hace falta que se den cuenta los responsables municipales de movilidad, que a menudo parecen querer obtener el récord de velocidades medias más bajas, y los conductores afectados, que a menudo parecen confundir el concepto “avenida” con lo que es una autopista.
Sólo hace falta eso, porque la tecnología ya la tenemos, así que… ¡ánimo, que sólo es una cuestión de educación!
Fuente: Circula Seguro
La verdad que esto seria una gran solucion pero hasta que llegase, una solucion es la que indicas de estudiar bien los tiempos entre semaforos de forma que al ir a la velocidad max. de la calle se abriera el siguiente y no al revés. En Madrid existen zonas en las que cuando se te abre el semaforo en el que estas se cierra el que tienes a 200m y esto es absurdo.
Tambien dependiendo de que calles (historico de circulacion) se podrian poner los semaforos en ambar para evitar paradas a las 2:00h sin que pase un alma por la calle.