Viernes 25 de febrero, fecha para olvidar; y no me refiero para olvidar por los conductores, sino por el tres veces Rubalacaba (Vicepresidente, Ministro y Portavoz), que ha quemado tontamente un cartucho en su carrera como candidato por culpa de Pere Navarro, deseoso de estar en la primera línea de los ministrables y, por tanto, arriesgando de modo excesivo en el asesoramiento a su jefe. Las decisiones políticas son así: ni buenas ni malas en sí mismas, perfectas por el momento en que se anuncian, o catastróficas por la manera de explicarlas. De alumno aventajado, a pícaro copión que se sabe distante del favor del profe y ve cómo otros empollones encuentran mejor acomodo en su preferencia.
Lívido Pere por las noticias que le llegan en tiempo real sobre los datos de siniestralidad, y con el efecto del carné por puntos y de la reforma de la Ley de Seguridad Vial amortizados en su influjo sobre los accidentes, Navarro Olivella tenía agotado el catálogo de soluciones mágicas para reducir la siniestralidad. Tocaba órdago a la grande, y mañana ya veremos. Catastrófico febrero para las cifras de víctimas en carretera, y con los recursos maquilladores de sus efectos en la opinión pública cada vez más agotados (mucha gente empieza a no creerse nada), había que hacer auto de fe y creerse aquello con lo que se ha estado machacando al personal, “la velocidad mata”, hacer de tripas corazón y buscar una razón para bajar los límites de velocidad.
No tardó Navarro en hallar la solución, muy franquista ella, de apelar a la dependencia energética para justificar tal reducción de límites.
Sucede, sin embargo, que hay grandes diferencias entre la España postdesarrollista y engullida por la autarquía de entonces, y la moderna España de ahora. Así, en aquél entonces la factura del petróleo iba contra el déficit público y ahora se carga sólo al debe de la balanza de pagos, porque el sector energético está plenamente privatizado, a mayor gloria de los dividendos de Repsol, Cepsa y demás.
Y llama también la atención que, en otros países de nuestro entorno donde tampoco se produce petróleo, ha dado la cochina casualidad (debe de ser el gafe de ZP) que, tal como si fuera un contubernio judeo-masónico, han anunciado subidas de límites de velocidad; justo en esta semana, en la del globo sonda. Han sido Holanda y Reino Unido. Poco tardaremos en ser arengados contra la pérfida albión…
Por si todo eso fuera poco, ni siquiera en el seno del Gobierno zapatista (perdón zapaterista) han sido capaces en coordinar una respuesta sobre las ventajas de la medida de reducción de límites de velocidad, de modo que tenemos una “horquilla” de ahorro que va desde el 15% de ahorro pronosticado por Alfredo P. R. y el 3% estimado por el gran economista (al decir de quienes lo han tratado) ministro de Industria, M. Sebastián.
Mientras, no se encuentra ni un medio que apoye la medida. El País, incluso, pasa de puntillas sobre el tema del ahorro, pero prepara una doble página en su edición del viernes, 4 de marzo, con el titular “Lo que ahorramos, seguro, son accidentes”. Una dosis de árnica para Pere en su diario de cabecera: para algo tiene que servir la medida. Llama la atención en la información de El País el repaso que se hace de los límites de velocidad en Europa, donde se afirma que en Alemania (esa espina que Pere tiene clavada con los límites de velocidad) “el límite de velocidad se eliminó en los años treinta por la dictadura nazi, que convirtió la construcción de autopistas eficientes en propaganda para el régimen.” Toma ya: pretender ir más deprisa es de nazis, parece ser el mensaje.
También recala el diario de Miguel Yuste en el mantra de la velocidad, pero sublimando el concepto y mencionando escuetamente, en un sumario que “La rapidez fue el factor concurrente en el 31% de los siniestros”. La rapidez. Es de suponer que “la lentitud” es lo que salva vidas. Progresismo en estado puro. Por aclarar: la concurrencia del exceso de velocidad en los siniestros fue en 2009 del 1,63%, según datos de la DGT que nunca airean, pero que figuran (después de mucha búsqueda y unas cuantas operaciones matemáticas) en el Anuario Estadístico de Accidentes.
Nada de esto (El País, pero tampoco TVE y otros más) ha bastado. Ha llegado la hora de la verdad, hoy, viernes 5 de marzo y nos hemos plantado en el Consejo de Ministros con más preguntas que responder que respuestas que ofrecer. Y, a medio camino entre la marcha atrás y la reafirmación, nos salen con lo de los cuatro meses de vigencia de la medida. ¿Será para aplacar las críticas? ¿Para no cargarse la balanza de pagos bien surtida por el turismo con un pírrico ahorro energético? ¿A qué precio tiene que estar el barril de brent para que la medida sea revertida? ¿Por qué cambiarla si, como dijo el presidente, “ahorra gasolina, contamina menos, y salva vidas»? Vaya usted a saber; porque no creo que ni ellos lo sepan. Lo que sí veremos, a no mucho tardar, es en que nos cuenten cómo ahorrando petróleo nos matamos menos en la carretera.
Y como cualquier cagada política es siempre digna de ser mejorada, además de los 110 y las luces de la carretera (no se sabe si apagándolas, cambiándolas o dejándolas como están), una nueva ocurrencia ha venido a completar el sainete del ahorro energético a cargo del conductor: un plan renove de neumáticos. Voy añadir algunas sugerencias al catálogo de cretineces: echar agua a la gasolina, obligar a circular con el freno de mano echado y poner el punto muerto en las subidas, que es cuando más gastan los coches.
El tema es que cuando Franco bajó los límites de velocidad todos íbamos en SIMCAs 1000 y 1200, SEAT 600, 124 y 1430 y coches de semejante «talante» que ciertamente, el ir a 130 era un poco jugar a la ruleta de la fortuna, con lo que la reducción y gracias al «numero tan elevado de autopistas» que se gozaban por entonces la medida ni fu ni fa.
Pero entrados en el siglo XXI la verdad es que también manda guevos tomar esta medida franquista, porque puestos a jugar a este juego ¿Por qué no se reduce la velocidad de los trenes, especialmente la del AVE de 300Km/h a 110Km/h? puedo asegurar que a 110 consume mucho menos energía que a 300? o ¿Por qué no se disminuye la altura de vuelo de los aviones? alcanzar los 10.000 metros gasta mucho combustible, que suban solo a 2000? y así hasta el infinito de la estupidez socialista.
¿He dicho estupidez? bueno me explico, si analizamos la medida desde el punto de vista del ahorro energético es una estupidez, sin embargo si lo miro desde el punto de vista primero INTERVENCIONISTA de este gobierno soviético y luego desde el punto de vista recaudatorio, la medida pasa de ser estúpida a ser una medida con sentido.
Así que… ¿Cual es el verdadero motivo de esta nueva intervención? en Francia el gobierno acaba de pedir a sus ciudadanos que gasten menos y no corran tanto PERO PEDIR, NO OBLIGAR POR LEY, porque al final el socialismo solo busca una cosa, borrar el sentido común del individuo para sustituirlo por un sentido aborregado de «lo que diga el partido», igualito igualito que hacía su homónimo Camarada Comisario Stalin.