A poco de cumplir una año al frente de la DGT, María Seguí escoltó a su jefe, el ministro del Interior, en la presentación de los datos de siniestralidad de 2012. Escasos, incompletos, sesgados y manipulados. Como siempre. Nada ha cambiado en la DGT, y todas las palabras bonitas de Seguí en las semanas siguientes al comenzar a calentar la poltrona se han diluido como la verdad se disuelve en la propaganda política: la que se ha apresurado a abrazar.
Precisamente ahora mismo estaba analizando los datos de la nota de prensa de la DGT, aunque tampoco hay mucha información que analizar. Las consabidas consignas triunfales.
Lo que sí se puede decir es que comparar los muertos de 2012 con los de 1960 no solamente es falaz y absurdo, sino absolutamente demagógico. Ya inauguró Rubalcaba hace un par de años la «saga» de comparativas de cuando el coche más rápido de España era el 2Cv. La aberración estadística es tal (múltiples criterios en cuanto a la recogida de datos y posterior elaboración han ido cambiando con el paso del tiempo) que a la señora Seguí, experta en este campo, se le debería caer la cara de vergüenza; vamos, que se ha puesto en evidencia que el carguito convierte en manipulador al más pintado.
No diré yo que no tengamos más coches y más conductores, pero, sobre todo, lo que tenemos son mejores carreteras, coches más seguros, asistencias sanitarias más eficaces, etc. Comparar series históricas de muertos con épocas en que el cinturón de seguridad ni se había inventado es llamarnos tontos del culo a la cara. Y con cuando las carreteras que teníamos se diseñaron y construyeron con el llamado Plan Redia, implantado durante la dictadura de Primo de Rivera (para el que no lo sepa, antes de la II República y del reinado de Alfonso XIII), ni te cuento. No creo necesario recordar que el primer factor que ha contribuído a reducir la siniestralidad vial en España ha sido el desdoblamiento de las vías.
Por otro lado, siguen sin contabilizarse en el provisional las vías interurbanas dependientes de los ayuntamientos, que la DGT las considera «travesías», pese a que tiene detalle amplio de cada uno de los accidentes, muertos, y heridos producidos en esas vías. Siguen sin aclararse «agujeros negros» producidos en ejercicios anteriores, en alguno de los cuales llegaron a desaparecer alrededor de 300 muertos de las estadísticas. La promesa de Seguí de revisarlo ha caído, como todo lo demás, en saco roto.
Más cosas. Por primera vez se hace un cuadrito (pequeño, y al final de la nota de prensa) sobre evolución de desplazamientos. El descenso en 2012 ha sido (según la DGT) de un 4,5%, medido como «desplazamientos absolutos de largo recorrido». Término inaudito que ni en Botswana (con perdón) se utiliza, pero ni siquiera se molesta la nota en determinar una especie de índice de siniestralidad en relación con el número de vehículos en la carretera. Yo me he tomado la molestia de elaborarlo, y lo que se comprueba, en una serie de 10 años es que, por cada punto que caen los desplazamientos (grosso modo, puesto que es imposible que esa medida refleje realidad alguna), los accidentes con víctimas caen cuatro puntos.
Otra cosa (la correcta) sería utilizar el factor millón de vehículos/km, pero el dato, incluido en el anuario del Ministerio de Fomento contiene tantas variaciones metodológicas de un año a otro que resulta inviable llegar a una conclusión. Recordemos que Según el IRTAD (International Traffic Safety Data and Analysis Group), organismo de la OCDE encargado de la supervisión de las políticas de seguridad vial de sus países miembros, al que España está adherido, el criterio de víctimas por millón de kilómetros recorridos “es el indicador más fiable para describir el riesgo en las redes de carreteras”, y lamenta que “algunos países no incluyan esta medición en sus estadísticas».
De los 43 países que forman parte del IRTAD, sólo 11 (Argentina, Camboya, Grecia, Hungría, Italia, Lituania, Luxemburgo, Polonia, Portugal, Serbia y España) no emplean este criterio, más riguroso por cuanto introduce una variable esencial en el análisis de la siniestralidad: el número de vehículos que circulan por la carretera en un periodo dado.
El hecho de que no todos los países introduzcan el mismo criterio para contabilización de víctimas invalida, en la práctica, cualquier comparación entre uno y otro dentro de los que pertenecen a la IRTAD. De este modo, la propia DGT se ufana de que “España se sitúa a la cabeza de los países que más han reducido la mortalidad por accidente de tráfico, situándose por delante de Francia, Alemania o Finlandia”; países que sí emplean el criterio de los desplazamientos y cuya siniestralidad incluyendo dicho concepto se ha reducido, de 2010 a 2011, muy notablemente.
Me ha llamado también la atención el dato sobre positivos de alcoholemia y controles de droga, implantados a lo largo del año pasado. Resulta que sólo el 2% de los controlados por alcohol dieron positivo, mientras que por drogas fueron un…. ¡¡60%!! La señora Seguí ha llegado a decir en la radio que sí, que un 60% de los conductores conducimos bajo los efectos de las drogas. ¿Alguien puede creerse eso? Desde luego que no. Se trata, de nuevo, de una aberración estadística, esta vez por el lado del muestreo que, lejos de incluir algún factor de aleatoriedad (como sí sucede, en cierta medida, con las alcoholemias), se ha centrado en hacer el test a conductores en zonas y horarios «propicios» para el consumo de drogas, con el criterio, además, de parar a hacer la prueba a quienes los agentes consideraban que iban algo colocados; no en vano hay que rentabilizar los test de drogas, a razón de 500 euritos por multa.
Poco se dice sobre velocidad esta vez, salvo que sólo el 5% de los conductores han sido detectados por encima de la velocidad máxima permitida en autopista y autovía, que sube a un 10% en carretera convencional. ¿Reacción? Bajar el límite en esas vías, cuando resulta obvio es que el límite de 100 se supera (habría que ver además en qué puntos de la red se realizan las mediciones) es un ser un límite anacrónico, irreal e invivible…
Y, por supuesto, nada se dice de la evolución REAL de la siniestralidad. Porque la siniestralidad no son los accidentes con muertos. Son todos los accidentes, y lleva un cuarto de siglo estancada, como ya comentamos en su día.
Y sobre el resto, lo de siempre: los gobernantes somos cojonudos y los conductores unos gañanes y unos delincuentes.
En fin, que como dijo Einstein, hay tres tipos de mentiras: las mentiras, las mentiras gordas y las estadísticas.
no recuerdo quién lo decía, pero existen verdades, medias verdades, mentiras, grandes mentiras y estadísticas.
Esta tía es un clon de Peré Navarro tal y como sospechabamos…
PP=PSOE= PPSOE… la única diferencia es que mientras el PSOE pone un idiota con chupa de pana el PP pone un idiota con corbata, pero a la postre la materia gris es de la misma cosecha, de casta política. Y mientras se rien de los jovenes cualificados y con preparación que tienen que emigrar fuera, la casta está llena de indocumentados muchos de los cuales no tienen ni el bachiller elemental.
Maria y Pere al final perfectamente podrian ser marionetas a las ordenes del partido. A las ordenes de comandante comisario en el caso de Pere y de Rajoy o quien sea en el caso de Maria.
Al final no es que sea Maria clon de Pere, es que pinta que el PP es un clon del PSOE.