Ya les conté hace tiempo que el primer viaje en coche, allá por 1888, lo hizo una mujer. Vamos a ver que, en vista de algunos hechos, parece que alguna mano femenina más estuvo detrás de los avances del automóvil en sus primeros tiempos.
Florence Lawrence fue una inventora y actriz nacida en 1886 en Canadá. Comenzó su carrera en el mundo del cine en 1907 y es considerada como la primera estrella del mundo del cine. Hizo un buen número de películas para los estudios Biograph, y como entonces no había títulos de crédito y era la cara más conocida del estudio, era la chica de Biograph para el público. En 1910 cambió de estudios tras firmar un enorme contrato de mil dólares a la semana , algo estratosférico para la época y así se convirtió, como decía, en la primera gran estrella del mundo del cine.
Aquella cantidad de dinero llevó a nuestra dama a comprar un coche. Y luego otro. Y otro. Se convirtió en una fan de los automóviles y no sólo se limitó a adquirirlos y conducirlos, sino que también comenzó a hacer mejoras en aquellos que iba comprando. Entre las mejoras que incluyó en sus coches hay dos que siguen vigentes en nuestros días y que son esenciales en nuestra conducción en las masificadas carreteras y calles: el intermitente y la luz de freno.
Al principio el intermitente no era una luz, sino algo así como un brazo que se montaba en el parachoques trasero y cuando el conductor pulsaba un botón, se movía indicando hacia dónde este tenía intención de girar. La luz de freno tampoco era una luz, sino una señal de STOP que se mostraba en la parte trasera cuando el conductor frenaba.
Una vez más parece claro que el mito de las mujeres y la conducción no tiene mucho sustento histórico.
Fuente: Curistoria.com