Cada vez más estudios confirman la relación entre los problemas de salud y la contaminación ambiental. En España, según Ecologistas en Acción, 36.000 personas fallecen prematuramente por causa de la contaminación; y en Estados Unidos, según datos del MIT (Instituto Tecnológico de Massachusetts), mueren más personas por contaminación (53.000) que víctimas de los accidentes de tráfico (23.000). Además, el 90% de la población urbana europea respira aire con niveles de contaminación que la Organización Mundial de la Salud considera nocivos, hasta el punto de que la Comisión Europea está anunciando una nueva estrategia con nuevos techos de emisiones y medidas para limitar la emisión.
Los contaminantes, según la cantidad y el tiempo de exposición, provocan desde dolores de cabeza y ansiedad (dióxido de azufre), hasta asma (partículas), cáncer de pulmón (partículas y Bap), enfermedad pulmonar obstructiva crónica (partículas), problemas respiratorios (óxidos de nitrógeno)… Y aunque según un informe de la Agencia Europea de Medio Ambiente, la contaminación entre 2001 y 2009 se ha reducido ligeramente –excepto los óxidos de nitrógeno–, la contaminación sigue afectando significativamente la calidad del aire en las ciudades. Además, algunos expertos apuntan que este descenso está relacionado con la disminución de la actividad económica y que es, por tanto, temporal.
Al margen de las cantidades globales de cada contaminante y qué sector pueda ser responsable, los expertos hacen hincapié en que los efectos de la contaminación no son proporcionales a la emisión, sino a la exposición. Por esta razón, la contaminación procedente de los tubos de escape de los vehículos, mucho más cercana, afecta más. Además, la estructura de las ciudades, con calles con edificios de mucha altura y concentradas en torno a un núcleo muy denso, tampoco favorecen las dispersión de la contaminación. Por todo ello, concluyen que, a corto plazo, la solución pasa por reducir el número de coches circulando, sin olvidar, eso sí, las soluciones tecnológicas que se vayan aportando. Así, la promoción del transporte público, las restricciones de acceso, zonas de baja emisión, fomento a vehículos no contaminantes (eléctricos, híbridos, bicicletas…) y cambios urbanísticos son algunas de la soluciones aportadas.
Lo que nos cuesta la contaminación
Según la Unión Europea, cada año mueren prematuramente, por enfermedades relacionadas con la contaminación, 400.000 personas. Esto supone un impacto económico de 100 millones de días de trabajo perdidos, a lo que hay que sumar 15.000 millones de euros como coste de productividad y un incremento de la factura sanitaria de 4.000 millones de euros.
En España, Ecologistas en Acción, en el su informe «La Calidad del Aire en el Estado español durante 2012», calcula que la contaminación tiene un coste que oscila entre el 1,7 y el 4,7% del Producto Interior Bruto (PIB).
Fuente: Tráfico y Seguridad Vial
Ya pero no interesa… hace una década (o más) este problema podía haber sido erradicado pero no, hay que seguir quemando petróleo porque aún es el poder entre las naciones porque ¿que pasaría si mañana dejasemos de depender de él? recordemos que las grandes petroleras desde siempre han sido las primeras que han fomentado las campañas electorales de los presidentes americanos, y se lleva desde los años 50 (si no es antes) frenando el verdadero desarollo de alternativas, porque una alternativa es un coche con las mismas prestaciones y autonomía que los actuales que no contaminen, no un coche de juguete que se enchufa, tarda 8 horas y solo nos permite haceer 100 kilómetros…
Pero bueno, todo se arregla con una «tasa» como si el pagar más se evitara contaminar más…