La Unión Sindical Obrera, tal y como vaticinó hace ahora dos años cuando entró en vigor la última reforma laboral, considera que la misma fue un error por varios motivos: consagraba la pérdida de derechos y la rebaja generalizada de salarios, no iba a generar por si misma condiciones objetivas de empleo ni a solucionar la lacra de la dualidad del mercado de trabajo y lo que es más importante no estaba acompañada de un planteamiento global de transformación paulatina de la estructura de nuestro modelo productivo.
La tan cacareada “ganancia de competitividad” ya se está empezando a ver mermada por la obviedad de una mecánica indiscutible como es, que ya queda muy poco empleo por destruir y el índice de competitividad disminuye. Además la competitividad se ha ganado fundamentalmente a costa de una bajada media de salarios del 10% sin que se haya entrado a fondo en reestructurar los sistemas productivos y la política de beneficios empresariales y márgenes comerciales. En definitiva, todo soportado por las mayorías sociales.
Tenemos más parados ya que a finales de 2012 justo antes de su entrada en vigor había 4.599.829 desempleados registrados y hoy este registro es de 4.814.435 parados, lo que supone 214.606 parados más, un 4,6% más.
La cifra de afiliados medios a la Seguridad Social se ha reducido en 769.627 personas, un 4,5%, hasta situarse en 16.176.610 cotizantes al finalizar enero de 2014. Antes del inicio de la crisis, la mitad de la población soportaba a la otra mitad. A día de hoy la relación es de un tercio generando ingresos que soportan a los otros dos tercios.
Si atendemos a los datos de la EPA, la tasa de paro al inicio de 2012 era del 22,85% y hoy es del 26,03%.
Y un dato y valoración más: en el preámbulo de la reforma laboral, el Gobierno afirmaba que entre sus objetivos estaba poner coto a la dualidad del mercado de trabajo. Pues bien, según los últimos datos de paro registrado, de todos los contratos que se celebran mensualmente, la tasa de indefinidos se sitúa en torno al 7%, de lo cuales prácticamente la mitad son a tiempo parcial. Es decir, la mayor parte de los contratos son o por horas, días, o a tiempo parcial o fijos discontinuos. Esto quiere decir que nuestro sistema productivo, su estructura, es incapaz de generar empleo estable y que la tímida recuperación en décimas de crecimiento en los dos últimos trimestres, tiene un carácter estacional por un lado y estructural por otro ya que son empleos generados de manera precaria en el sector servicios. De este diagnóstico solo se salvan aquellas comunidades autónomas, como por ejemplo el País Vasco y Navarra, que llevan años apostando por la industria y sectores emergentes de alto valor añadido basado en las nuevas tecnologías y en el conocimiento.
La USO cree que no hay reforma laboral existente que por si misma vaya a paliar los déficits históricos de la producción española y de la composición de su PIB.
Además la USO alerta de que tanto la reforma laboral como las relaciones económicas en España han entrado en una deriva en la que el ser humano pasa a un segundo plano en beneficio de la «buena salud» del Sistema económico. Las personas, una vez más y lamentablemente, al servicio de los poderes económicos bien atendidos por el Gobierno.