Normalmente ‘ser la pera’ se aplica cuando algo o alguien es lo máximo que se puede concebir, tanto positiva como negativamente. No obstante, en este caso concreto, utilizo la expresión como juego de palabras con el nombre del susodicho.
Porque Don Pere Navarro Olivella, a la sazón Director General de Tráfico está que no para -de meter la pata- en los últimos tiempos.
– Son numerosas las anécdotas que recaen sobre este señor.
Desde aquella vez en que unas cámaras de televisión pillaron su coche oficial a mayor velocidad de la permitida (no conducía el interfecto pero queda muy mal de cara a la galería) hasta su afirmación de que con diez radares más en la carretera se paliarían los efectos de la denominada ‘huelga antropológica de bolis caídos’.
– En esta ocasión y a raíz de la espectacular disminución del número de denuncias de tráfico habido en los últimos meses, se le ha ocurrido abrir la boca y dejarnos esta perla para el anecdotario: “no hace falta encargar un estudio a la universidad de Harvard para ver si existe una relación entre las multas y la seguridad vial.
Está claro que a más multas, menos accidentes”.
Imagino que estas palabras venían motivadas por los datos de siniestralidad del fin de semana anterior al puente de mediados del mes de agosto, que fueron negativos respecto a otros años.
Pero mira por donde, los datos del puente del 15 de agosto fueron muy positivos, desde el punto de vista porcentual al menos, ya que cualquier fallecimiento no puede ser de ninguna manera positivo.
– Las declaraciones de Pere no son admisibles desde ningún punto de vista.
En primer lugar porque la labor sancionadora de los agentes de tráfico no ha dejado de existir, con lo cual la insinuación de que la bajada de denuncias conlleva una relajación en la labor de vigilancia y con ello un aumento de la ‘inseguridad’ vial no tiene sentido alguno.
En segundo término porque se han mantenido, cuando no aumentado, las labores preventivas y de auxilio, cuestiones que nunca debieron de estar en un segundo plano -por debajo de la mera recaudación- como ha pretendido el Sr.
Navarro desde su llegada a la DGT y que son tan positivas de cara a la seguridad de los conductores como la que más.
Y también porque hay otros datos preocupantes que ignora este caballero y que son fruto de la política de ahorro de su departamento, por ejemplo los kilómetros recorridos por los agentes de tráfico durante su servicio.
– Pero lo que más inquieta de la postura del máximo responsable de la seguridad vial es la frivolidad con la que usa los datos de las tragedias humanas que conllevan los accidentes de tráfico.
Como, incluso, parece culpar a los guardias que priman la labor preventiva sobre la sancionadora de las muertes en carretera.
Solo falta que la DGT envíe una carta a los familiares de los fallecidos donde, además del pésame, señalen a los agentes de la Agrupación como presuntos culpables de la desgracia dado su escaso espíritu denunciador.
– Pues bien, si ese es el juego al que quiere jugar el ínclito, el de los numeritos, porcentajes y estadísticas, dejando de lado cualquier otra consideración humana o moral, pues juguemos.
España ha pasado en seis años (2003-2009) de ser unos de los países de la Unión Europea con mayor siniestralidad a situarse entre los de menor porcentaje -descenso medio de un 36%- y en estos momentos, cuando la media europea se sitúa en 70 fallecidos por millón de habitantes, en España estamos en 58, adelantando en el comparativo a países como Francia, Bélgica o Austria.
Está claro que seguimos la buena dirección, aunque debemos persistir en el esfuerzo.
– La seguridad vial no es una cuestión fácil de afrontar y descansa en variados pilares que van desde unas infraestructuras adecuadas, un parque automovilístico moderno y un refuerzo en la educación vial, sin olvidar distintos imponderables que tienen reflejo en la fría estadística como pueden ser las condiciones climatológicas, la distribución de los días feriados en el calendario anual o la situación económica general, que afecta directamente al número de desplazamientos que se originan.
– Dicen los entendidos en la materia que la seguridad depende de la educación y de la represión y no seré yo quien lo ponga en duda.
Lo que mantengo es que esa represión no tiene que ser ineludiblemente a través de la sanción pura y dura.
Que existen otros métodos preventivos que pueden ser tan efectivos como el esquilmar los monederos de los conductores.
Los agentes de la Agrupación tienen una formación adecuada y una experiencia envidiable.
Dejemos que realicen su labor sin presiones absurdas, sin señalarles con el dedo como presuntos responsables de los accidentes de tráfico o evaluarles con baremos absurdos donde priman las denuncias sobre los auxilios con el único objeto de mantener las arcas repletas y cumplir con los objetivos recaudatorios fijados a principios de año.
Porque con esta forma de hacer las cosas, Don Pere y compañía, lo único que están demostrando es que les interesa bien poco las vidas de las personas que circulan por las carreteras de nuestro país y muy mucho la faltriquera.
La bolsa o la vida, que las dos no pueden ser.
¿O sí?.
Pere Navarro no es la pera, es un plátano que nos metieron a todos por el culo en 2004, eso si, «Por nuestra seguridad»
Menos mal que lo de «Por nuestra seguridad» ya no cuela y por fin todos los conductores han entendido que mas bien es por la seguridad de mantener sus bolsillos llenos a costa de la represión y expolio al conductor, pero eso si, los verdaderos delincuentes siguen haciendo lo que quieren, total, esos no tienen donde rascar asi que no interesa ni detenerlos.