¡Qué asco de carreteras!

Todo el mundo alabó la supuesta “eficiencia” de José Blanco cuando, cosas de la política y de las cuotas en el partido, le tocó la cartera de Fomento. En lo que a los conductores concierne no ha sido, ni mucho menos, así. Sin entrar en la paralización de la corrección de puntos negros, el legado de Pepiño al frente del Ministerio ha sido nefasto.

Las principales vías de comunicación de España encadenan dos años de obras interminables que han terminado por agotar la paciencia de los conductores. Hoy, es tema de conversación habitual. Los radares, mientras, están siendo exprimidos al máximo, a la vez que la Guardia Civil de Tráfico ha pasado por el aro y ha dejado “los bolis caídos” para mejor ocasión.

Uno, que es fan de las aventuras de Asterix, encuentra en las historias del bravo guerrero galo situaciones que demuestran qué poco cambian las cosas. En “Asterix en Hispania” se plasma una caricatura de la España de los años sesenta, con el boom del turismo y algún que otro tópico sobre la idiosincrasia hispánica, como las fiestas, los puentes, el flamenco y demás.

Y hay una parte que anoche, al echar un vistazo a ese ejemplar de mi ajada colección, demuestra lo poco que hemos cambiado: dos años para construir apenas unos metros de vía romana. El comic bien podría estar inspirado en la España de hoy. Causa perplejidad que algo fundamental para España como las comunicaciones por carretera sea objeto del recorte más importante en el capítulo de la inversión pública; las obras de mantenimiento son necesarias, pero multiplicar por cuatro o por cinco su plazo de ejecución supone que en vez de solucionar un problema, se multiplica el preexistente.

No creo necesario enumerar las vías que llevan más de dos años en obras. Cualquiera pueda comprobar cómo complican cualquier viaje por carretera hacia el Norte o hacia el Sur, o adonde sea. Y así seguimos, pataleando en voz bajita mientras curamos con aspirinas nuestras escleróticas carreteras a punto del infarto.

Efectos sobrevenidos

Se jacta la DGT del descenso de la velocidad media en nuestra carreteras, y atribuye tal circunstancia al éxito del carné por puntos y a la concienciación de los conductores. Y una leche. Con centenares de kilómetros de autovías con un carril por sentido, y el resto pintadas de amarillo por obras “fantasma”, ¿cómo no vamos a ir más despacio?

Y, mientras nuestra movilidad se subordina a una política fantasma de seguridad vial, los radares echan humo, y la Guardia Civil de Tráfico ha pasado por el aro y receta como se le ordena, a cambio de un plato de lentejas (unos 100 euros de complemento salarial). Lo dicho. ¡Qué asco de carreteras!.

1 idea en “¡Qué asco de carreteras!

  1. Doy fe de ello.

    Ayer volví de Valencia (hasta Burgos), y después de ver(sin exagerar) casi 100Km de tramos pintados de amarillo puedo decir que SOLO VI TRABAJAR A 3 OBREROS QUE ESTABAN PONIENDO LA VALLA. Y claro, así no me extraña que se tarden décadas en acabar una carretera, y mientras los asaltacaminos con las cajitas de fotos afiladas esperando detrás de una señal de esas de 60 amarillenta colocada por a saber que tipo del casco de obra en mitad de 3 carriles desiertos, eso si, pintaditos de amarillo, amarillo orín que es lo que acostumbran los de la DGT a hacernos beber, por nuestra seguridad.

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