La política de la DGT en los últimos años, con Pere Navarro al frente, ha sido la de poner radares y más radares, poner límites de velocidad más reducidos y hacer caja. Y es curioso que en la última campaña de publicidad de este organismo se hable de que hay que conseguir que los conductores cumplan con las normas por respeto a los demás y no por los radares.
Es aún más curioso que eso lo digan los responsables de un organismo cuyos agentes con frecuencia incumplen las normas de tráfico más básicas, tales como los límites de velocidad, las indicaciones con los intermitentes, los giros prohibidos, el uso de los cinturones de seguridad o hablar por el móvil conduciendo (estas dos últimas no son obligatorias para ellos cuando van trabajando). Y por supuesto también las incumplen sus responsables cuando viajan en los coches oficiales.
La manera de conseguir esa concienciación, de la que hablan a pocos días de un previsible cambio en las riendas de la DGT, debería haber sido su trabajo a lo largo de estos años. Pero no, su trabajo ha sido comprar más y más radares, ponerlos en los sitios en los que se hace más caja y montar en León un centro para optimizar la tramitación y el cobro de las multas. Y ahora, a modo de despedida decir que hay que concienciar a los conductores de que cumplir las normas es por respeto a los demás conductores. Ellos deberían tener más respeto de los conductores y a los ciudadanos, que somos los que les pagamos sus sueldos.
La semana pasada la DGT ha vuelto a demostrar que no saben cuál es su cometido principal, que debería ser velar por el tráfico y la seguridad en las carreteras. El subdirector General de Tráfico ha hecho unas declaraciones en las que dice que los ciudadanos tenemos que pagar por el uso de las carreteras y que lo único que está en duda es si hacerlo para todos por igual, vamos a escote, o si cobrar por el uso que haga cada uno de las mismas.
Y solo tres días después su jefe, el director general, ha desmentido estas declaraciones diciendo que ni están estudiando ni van a estudiar en un futuro el pago por el uso de las carreteras.
Es patético tener unos dirigentes como estos y no me extraña que ya tengamos en España 3.200.000 funcionarios, según la última cifra del INE, y que ésta siga creciendo cada día.
Hasta donde yo sé, la DGT no tiene potestad para imponer una tasa por el uso de las carreteras, sobre todo porque las carreteras no son suyas y no puede cobrar por algo que no es suyo. Las carreteras dependen de otro departamento que pertenece al ministerio de Fomento y no al de Interior como ocurre con la DGT.
A lo largo de estos últimos 7 años, Pere Navarro podía haberse ocupado de presionar a Fomento o a la dirección general de Carreteras para que invirtiera en mantenimiento de las vías españolas, pero no. También podía haber presionado al ministerio de Educación para empezar a hablar a los niños en las aulas sobre tráfico, seguridad vial y en general sobre educación, pero tampoco.
El subdirector general de Tráfico, al hablar sobre que se va a cobrar a los ciudadanos para el mantenimiento de las carreteras dice expresamente que en Alemania lo van a hacer a partir de 2013. No sé si este señor ha viajado mucho por las carreteras alemanas, pero yo me paso el día allí conduciendo y pagaría lo que fuera por tener unas carreteras como esas, sin límites de velocidad en algunos casos, pero sobre todo muy seguras, bien señalizadas y mejor pensadas. Son, desde mi punto de vista, las mejores del mundo y hasta ahora han sido, y lo siguen siendo de momento, gratis.
Las carreteras españolas son penosas y no están a la altura de lo que es o al menos juega a ser España, como un país europeo de primer nivel. En Alemania no hay autopistas de peaje, porque todas son gratuitas y mucho mejores, incluso, que las de peaje españolas.
Imaginemos por un momento que se pone una nueva tasa para usar las carreteras y que con ello “sacan” otros 10.000 millones de euros para el mantenimiento de las carreteras. Ese dinero se suma a lo que tiene el estado para gastar. Y a partir de ahí ese dinero va para pagar el coche oficial de un nuevo ministerio, o el sueldo de un director general nuevo para un departamento que se ha creado para repartir, precisamente, ese dinero del mantenimiento de las carreteras y para pagar todos los gastos de ese nuevo departamento.
Se hacen dos tramos de carretera nuevos, porque es mucho más fácil hacer dos proyectos grandes que ponerse a estudiar y a trabajar sobre miles y miles de obras pequeñas que no mueven dinero suficiente para “llevarse algo” y nuestras carreteras, pese a la nueva tasa, seguirán sin mantenimiento.
Eso sí, habrá un nuevo director general de mantenimiento de carreteras, con un coche oficial, una secretaria, todo un grupo de trabajo, unas dietas, una agenda llena de actos de entregas de premios y demás. Este nuevo director general podrá coger un micrófono de un periodista y decir que hay que imponer una nueva tasa a los ciudadanos para el mantenimiento de los semáforos, por ejemplo.
Creo que a los conductores no se les puede pedir más, no se le pueden poner más impuestos. Cuando un camionero llena el depósito de su camión con 200 litros de gasóleo, paga a Hacienda más de 140 euros en impuestos o 24.000 de las antiguas pesetas. Y eso cada día que llena el depósito.
Si ponen un nuevo impuesto como este del que se habla ahora, ¿cuántos camioneros van a dejar de trabajar definitivamente, cuántos coches menos se van a vender ahora que estamos en unas cifras del 50% de las del año 2005? Creo que el trabajo de los políticos es ahorrar en muchos gastos superfluos y no ver cómo vaciar más los bolsillos de los pocos españoles que todavía trabajan con nuevos impuestos.
Fuente: El Confidencial