Los ‘achaques’ propios de la edad (artrosis, cataratas, problemas de audición…) conllevan un descenso en las capacidades de los conductores. Entrar o salir del coche, ponerse el cinturón, aparcar, cambiar de marcha, ver el navegador… son tareas que se hacen más complejas según se cumplen años. Los fabricantes están trabajando para que sus modelos compensen esas deficiencias.
En Europa, los datos de Eurostat indican que hay algo más de 500 millones de habitantes con una esperanza de vida cercana a los 80 años. Por edades, las personas de 65 años o más suponen casi el 21% de la población en Alemania, más del 20% en Italia o el 17% en España. Además, se trata de un grupo demográfico en constante crecimiento. Según una estimación del Instituto Nacional de Estadística, en nuestro país, en 2049, más de 15 millones de personas habrán cumplido por lo menos 65 años, alrededor del 32% del censo. Si nos centramos en conductores, nos encontramos con que en la Unión Europea- Ellos prefieren asientos más altos, cajas de cambio automáticas, dirección asistida, sistema de ayuda al aparcamiento… hay 300 millones de conductores. En España, superamos los 26 millones, de los que un 12% (datos de la Dirección General de Tráfico) tienen 65 años o más. Son cifras que no pasan desapercibidas en los despachos de los fabricantes de coches, donde saben –indican fuentes de Ford– “que tres cuartas partes de los conductores mayores piensan que su coche es una parte esencial en su estilo de vida”. Por ello, según Peer-Oliver Wagner, director de Ergonomía y Confort de BMW “al diseñar un coche, consideramos sus necesidades, especialmente sabiendo que vivimos en una sociedad que está envejeciendo”. Estas necesidades vienen determinadas por los cambios tanto físicos como cognitivos que se van produciendo con la edad y que conllevan un descenso en las capacidades: artrosis, cataratas, pérdida de fuerza en las manos, problemas de audición… Para conocer esas necesidades, las marcas están trabajando desde diferentes frentes.
Un ejemplo lo encontramos en el Departamento de Investigación y Tecnología de BMW que está realizando un estudio de esta franja de clientes. Además, los expertos de BMW los visitaron en sus casas, para compartir su vida. Los acompañaron en el coche, estudiaron su estilo de conducción, sus automóviles, cómo programaban la radio, ajustaban el navegador o abrían el maletero. Se comprobó que la configuración ergonómica del coche y su confort son muy importantes. Sistemas como la apertura eléctrica del maletero, es una función que puede llegar a ser esencial cuando la edad limita la capacidad de movimiento. Otros, como el de acercamiento del cinturón de seguridad o la cámara para conducir marcha atrás, también son muy útiles. Igualmente, se constató su deseo de contar con sistemas de asistencia durante la conducción y valoraron muy positivamente funciones que les facilitan la tarea, como la ayuda para aparcar o la caja de cambios automática. Asimismo, las marcas estudian los cambios que se producen en la capacidad auditiva, la calidad de la vista, y especialmente, en la capacidad de coordinación de movimiento y de aplicar fuerza. Es el caso de Ford, que ha diseñado junto con la Universidad de Düsseldorf (Alemania) un ‘traje’ (ver recuadro ‘Un traje que te pone años’ con una experiencia similar del Instituto de Investigación de Lyberty) que incorpora unos elementos (gafas, tadificultan los movimientos, reduce la audición y la visión de la persona que lo viste. Su objetivo, indican desde la compañía, “es que nuestros ingenieros y diseñadores, que son jóvenes, puedan ponerse en la piel de las personas mayores y entender mejor sus necesidades para considerar nuevas soluciones de diseño o tecnología”. Aunque también reconocen que no es una simulación real al 100%, porque el proceso de envejecimiento no se produce de forma inmediata, sino gradual, con lo que los conductores se van adaptando y compensando sus deficiencias al volante.
Otro de los métodos de investigación utilizados son las simulaciones virtuales. En este sentido, BMW está desarrollando un método capaz de simular y evaluar los complejos movimientos que deben realizarse para entrar en un coche y volver a salir de él, “una de las secuencias de movimientos más complejas y que más se complica con la edad”, subraya Peer-Oliver Wagner. Con los resultados, los expertos en ergonomía del grupo alemán podrán conseguir que el acceso a sus modelos sea cómodo para el mayor número posible de clientes. La simulación virtual también se utiliza para realizar pruebas de choque. Toyota trabaja con modelos virtuales, que permiten analizar las consecuencias de una colisión, con más dertalle que con los dummies ‘convencionales’. Son los llamados ‘THUMS’, y se está estudiando la incorporación de un modelo de persona anciana para conseguir conocer mejor las lesiones que las colisiones provocan en las personas mayores.
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