Los sedantes, tercera droga al volante

El consumo de sedantes se ha duplicado en España desde 2005 hasta convertirse en la tercera droga más consumida, tras alcohol y tabaco. La crisis económica, el paro… se traducen en que cada vez más españoles conducen tras consumir medicamentos. Pero lo más grave es su mal uso: consumidos inadecuadamente, estos puede provocar problemas personales y laborales.

Paro, desahucios, crisis, problemas económicos… Estos conceptos aparecen a diario en los medios de comunicación y angustian a muchos españoles. Y eso tiene consecuencias. Una de ellas la desveló la última Encuesta sobre Alcohol y Drogas en la Población General en España (EDADES) realizada por el Ministerio de Sanidad: el consumo de fármacos hipnosedantes –también de somníferos y tranquilizantes– se ha duplicado en España, pasando del 5,1% en 2005 al 11,4% en 2011. Así, los medicamentos hipnosedantes son ya la tercera droga más Según los expertos, los motivos de consulta más frecuentes son depresión y ansiedad, muy relacionados con la crisis. consumida en España, solo por detrás de alcohol y tabaco (76,6% y 40,2%) y por delante de cannabis (9,6%), cocaína (2,3%), éxtasis (0,7%), anfetaminas (0,6%)…

Los hipnosedantes se recetan para dolencias relacionadas con ansiedad y depresión. De hecho, hay tres grupos de medicamentos (ansiolíticos, hipnosedantes y somníferos y tranquilizantes) que se prescriben según la afección, síntomas que aparezcan y la especialidad del médico que la trate… Y estas dolencias están relacionadas con el fracaso social que supone la crisis y sus síntomas (cifras de paro, alto desempleo juvenil, familias sin subsidios, desahucios, EREs, despidos…) que las personas sienten como amenazas. Pero también tienen una influencia sobre la conducción y sobre la propia vida de quien los consume, en especial si abusa de ellos. Hipnosedantes, ansiolíticos y antidepresivos influyen sobre el Sistema Nervioso Central. afectando a la atención, la concentración, reduciendo los reflejos y provocando somnolencia… Estos síntomas son especialmente peligrosos para conducir y, mezclados con alcohol, se potencian. De hecho, el Instituto Nacional de Toxicología, que realiza autopsias de los conductores y peatones fallecidos en accidentes de tráfico, ha detectado que la presencia de psicofármacos se ha duplicado: del 5,5% en 2005 al 9,5% en 2011. También el proyecto DRUID detectó que conducir tras el consumo de sustancias psicoactivas –que incluye alcohol, drogas y medicamentos– “es frecuente en España, alcanzando al 16,9% de los conductores españoles” y en el 1,6% detectó el uso de benzodiazepinas (tranquilizantes). Este estudio señaló que “la probabilidad de encontrar casos positivos en medicamentos entre los conductores se incrementa al aumentar la edad”, lo que concuerda con datos de la encuesta EDADES sobre la edad media de inicio del uso de hipnosedantes (34,5 años) y con que el consumo entre los 55 y 64 años, en varones y mujeres, es cinco veces mayor que entre 15 y 24 años. Igualmente, una encuesta de INTRAS para Attitudes señaló en 2006 que el 77% de los españoles conduce bajo estados de estrés, y el 22%, con depresión.

Pedro Rodríguez, psicólogo y director de un Centro de Salud Mental, ha notado “un aumento de demandas con manifestaciones ansiosas o depresivas y cuya causa puede estar en relación con situaciones producidas por la crisis”. Algo similar señala la psiquiatra Ángeles Roig: “Hay más personas preocupadas por esa situación, pero sobre todo afecta a las que sufren de forma directa un despido, un ERE, un cierre de su empresa… O a presiones respecto a su horario, forma de trabajo, traslados y que puede generar, en algunos, crisis de ansiedad o pánico y trastornos del sueño, así como reacciones depresivas o depresivo-ansiosas”. ¿El motivo? “La inseguridad que genera y no tener una perspectiva clara respecto a su futuro”, explica Ángeles Roig. Vicente Prieto, vocal de Psicología Clínica del Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid, resume la cuestión: “No ha aumentado el número de pacientes, pero el motivo de consulta más frecuente es ansiedad y depresión en los últimos cinco años”. Ante esta ansiedad generalizada, “cada vez más personas solicitan una solución ‘rápida’ y cuasi mágica”, explica Ángeles Roig. Pedro Rodríguez puntualiza que “ha crecido el número de personas que consumen estos fármacos, que no significa que los necesiten”. “La mayor parte de las personas que se sienten nerviosas, con estado de ánimo bajo, problemas para dormir, dificultades digestivas, dolores varios, irritabilidad… acuden al médico de familia –dice el psicólogo Vicente Prieto–. Y el paciente sale de la consulta con recetas de ansiolíticos, antidepresivos, entre otros. A pesar de que las guías internacionales sobre intervención clínica indican que estos pacientes hay que tratarlos fundamentalmente a nivel psicológico”, reivindica. No obstante, tampoco hay que generalizar. En muchos casos, los médicos derivan estos pacientes a especialistas, psicólogos o centros de salud mental.

El uso regular de estos medicamentos puede provocar tolerancia y dependencia, y su abuso deteriora el organismo, provoca trastornos psicológicos y genera dificultades a nivel personal, familiar y social. “El incremento del consumo de medicamentos es una hipótesis razonable –explica Juan Carlos González Luque, jefe de la Unidad de Investigación de la DGT–, pero no hay que olvidar la relación inversa y bidireccional entre el consumo excesivo de medicamentos y los problemas en el ámbito personal y laboral. El mal uso de los medicamentos es muy peligroso”. Por ello, la Unión Europea clasifica los medicamentos según sus efectos –así se pueden recetar fármacos con menos efectos para la conducción– y se avisa con un pictograma de que estos afectan a la capacidad para conducir.

Ver reportaje completo en la revista Tráfico y Seguridad Vial

Autor: Otros
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