Los colectivos sociales veníamos anunciando desde hace tiempo que el copago era inminente, que todas las actitudes de rechazo eran un brindis al sol; que los socialistas ya anunciaron que no serían los primeros pero que instaurarían el copago en cuanto lo hiciesen los demás; y el actual gobierno no tiene más que argumentar que no le queda otra salida y que tiene que cumplir el auto del Tribunal Constitucional que suspende el decreto que trataba de evitarlo.
A partir del 1 de julio se aplicará el copago en nuestra comunidad. El gobierno dice estar en desacuerdo, pero la realidad es que su actitud no ha sido nada beligerante para evitarlo. Además, la insumisión es siempre una salida posible, ya que el recurso puede tardar más de 10 años. Pero los 16 a 20 millones que recaudarán con el copago resultan muy golosos. Dicen que ese dinero será destinado a la atención sanitaria, sin especificar más. Y a estas alturas ¿quién puede creer en sus promesas, que nunca se cumplen? .
Entre los colectivos exentos de pago, estarán las personas con discapacidad, quienes perciban la renta de garantía de ingresos y pensiones no contributivas o los parados y paradas que han perdido el subsidio.
La gente pensionista pasará de recibir gratis los medicamentos a pagar el 10%. Quienes cuenten con ingresos inferiores a 18.000 euros, tendrán un coste máximo de 8,14 euros. De ahí hasta 100.000 euros el tope será de 18,32 euros y de esa cantidad en adelante, de 61,08 euros mensuales. Se ha puesto en marcha un sistema que permitirá alertar a las farmacias que se ha llegado a ese tope, lo que evita los trámites de devolución.
Para el resto de la ciudadanía, el copago dependerá de los ingresos. Quienes no superen los 18.000 euros pagarán el 40%, entre 18.000 y 100.000 el 50%, en lugar del 40% actual y a partir de 100.000 euros el coste subirá al 60%, frente al 40% vigente. El Ministerio de Sanidad pretende tres nuevos tramos dentro del que existe hoy en día entre los ingresos de 18.000 a 100.000 euros.
Esto es un atraco y un atentado a la salud. Dos de cada diez pensionistas ya han renunciado a comprar uno de los medicamentos que les receta el médico después de que entrara en vigor el copago. El copago supone un costo medio mensual de 11,2 euros para un colectivo con unas rentas muy bajas para cubrir sus necesidades vitales.
De hecho, según una encuesta de las asociaciones en defensa de la salud publica, “la no retirada de medicamentos es significativamente superior en las rentas más bajas, como es natural, de manera que el 27,3% de los que tenían una renta inferior a 400 euros mensuales no retiraron de la farmacia los medicamentos prescritos”. Por otra parte el 60,1% de los que consumían alguno o varios de los fármacos recientemente excluidos de la financiación pública ya no los consumen. En septiembre pasado el Ministerio de Sanidad dejó de financiar unos 400 medicamentos, cuyo coste habría que sumar al copago.
Además, en la medida en que se implanten nuevos copagos como el del transporte sanitario no urgente, o las prótesis, empeorará la situación ya que habrá que elegir entre uno u otro copago. Por otra parte, hay que denunciar las mentiras de la Administración. No es que se haya reducido el gasto en farmacéutico, sino que se ha trasladado de la Administración al bolsillo de las y los pensionistas. Y todo ello, cuando o seguimos pagando los mismos o mayores impuestos que, en teoría, están para cubrir esos gastos. De hecho no se trata de “copago”, sino que de “repago”, porque pagamos dos veces: primero a través de los impuestos y luego en la farmacia.
Por último, no podemos descuidar que las consecuencias de esta medida en la salud serán importantes tanto en lo que se refiere al agravamiento de las enfermedades de base como a la descompensación de los enfermos crónicos, lo que se traducirá en más visitas a las urgencias y, por tanto, más gasto. Y, junto a ello, la marginación absoluta de colectivos de inmigrantes que no pueden hacer frente a ninguna cantidad.
En definitiva, más sufrimiento para los de siempre, para todos que tienen que hacer frente día a día a la miseria e indefensión a la que el poder aboca a los colectivos más indefensos de esta sociedad.
Fuente: Sindicato ESK
