¿Influyen las emociones en la conducción? Un estudio de Prevensis (empresa dedicada a la formación de trabajadores en temas de seguridad) evaluando la reacción emocional al volante de unos 1.000 voluntarios de diferentes ciudades españolas, concluye que al 40% le alteran las incidencias del tráfico y un 24% tiene una alta predisposición a reaccionar de manera agresiva al volante.
Lo que nos altera
El estudio ha analizado las situaciones que más estresan a los conductores españoles y las ha relacionado con el número de sanciones de tráfico y partes de accidentes. En este sentido, los conductores que manifiestan malestar o enfado por las prisas, retenciones o por la presencia de vehículos lentos multiplican por 2,5 el número de sanciones y aumentan el número de partes de accidentes un 30%. Los conductores sin control emocional, considerados como un tipo de personas competitivas, impacientes, perfeccionistas o intolerantes con los errores de los demás, multiplican por 5 el número de partes de accidentes y por 2 el de sanciones. Esto quiere decir que tendrán un 90% de probabilidades de recibir un parte de accidente durante los próximos dos años. Ignasi Morgado, catedrático de Psicología de la Universidad Autónoma de Barcelona, considera que «no es posible controlar el sentimiento, pero sí nuestra reacción emocional (gritar, dar patadas a la puerta o agredir)».
Las prisas son malísimas
La prisa influye de modo directo en una forma de conducción muy arriesgada cuyo objetivo principal es reducir el tiempo de desplazamiento. Esta forma de conducir se percibe en una velocidad inadecuada, o para la vía o para las circunstancias del tráfico, en frenazos bruscos y, por tanto, maniobras arriesgadas al realizar desplazamientos laterales; es decir, cambios de carril o no mantener la distancia de seguridad correcta.