Conversación con un Guardia Civil de Tráfico: “Muchas carreteras y la mayoría de los coches permiten circular a 140 o más”

El pasado viernes, mientras un guardia civil multaba a un amigo por circular permanentemente por el carril de la izquierda (bien hecho, más multas tenían que poner por eso), mantuve una interesante conversación con su compañero. Charlamos un rato sobre todo esto del 110 y demás zarandajas peresianas… Y, os puedo decir que, sobre todo, ellos están más hartos del señor Navarro Olivella que nosotros. Lo cierto es que pasan tantas horas en la carretera que saben mejor que bien que lo de esta DGT no tiene pies ni cabeza.

De mediana edad, con muchos millones de kilómetros a sus espaldas, Juan (pongamos que así se llama) me estuvo explicando por qué han bajado las multas desde el 110: “la mayoría de los radares fijos están apagados, y los que están en marcha no han sido modificados para adecuarlos al nuevo límite”. Aunque no quiso precisar a qué velocidad saltaban los radares móviles (“cada operador tiene instrucciones distintas”), sí dijo que, desde principios de año se ha notado especialmente el impacto de la crisis: “No hay ni la mitad de coches en la carretera que el año pasado por estas fechas”, a lo que atribuyó, igualmente, “el descenso en la siniestralidad”.

“Lo de los 110 –dijo– es la mayor tontería que se ha hecho”. “Al principio –subrayó– todo el mundo iba clavado, agarrotado, en esa velocidad, por el miedo inicial que estas medidas generan, pero ahora ya nadie la cumple, por la razón de que es absolutamente insufrible circular a 110 km/h”.

¿Y a qué velocidad crees que podríamos circular con seguridad?, le pregunté. “Pues en todas las nuevas autovías por encima de 140 tranquilamente, de manera totalmente segura”, me dijo. Añadió algo que todos sabemos: “Tenemos mejores carreteras y mejores coches, ya era absurdo mantener un límite de hace treinta años, con que lo del 110, ni te cuento”. “Podría incluso haber carreteras con deslimitación total y límites variables, como en Alemania”.

Lo cierto es que la referencia alemana estaba presente en su razonamiento permanentemente. “He estado allí varias veces, conduciendo, y no porque me guste correr, pero sí me gusta conducir”. “Es ejemplar –argumentó– la manera en que se respetan los límites, cuando por circunstancias del tráfico se establecen”.

Para este guardia, como para muchos de nosotros, el problema en España es la poca credibilidad de los límites. “No se pueden poner límites irreales, porque al final nadie se los cree, y cuando llega el momento de que hay que respetarlos, pues tampoco”. “Estoy seguro –concluyó– de que un sistema de límites variables, o unas carreteras mejor señalizadas reducirían la siniestralidad el doble que el carné por puntos”. Del que, por cierto, dijo que “sólo ha servido para que la gente conduzca asustada”.

Dijo muchas más cosas, pero la brevedad me obliga a dejarlo aquí ¿Algo que añadir? Por mi parte, nada… de momento.

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