¡Aceptamos cámaras como animales de compañía!

Estamos aceptando cámaras como animales de compañía, oye. Tantas coñas con el tipo aquel del anuncio que acababa aceptando pulpo como animal de ídem, y resulta que los gobernados españoles estamos haciendo lo mismo en masa con las dichosas cámaras de vigilancia.

Las cámaras, los pinchazos telefónicos, los radares, las nuevas tecnologías al servicio de los ojos y los oídos del «Gran Hermano», son el paradigma del gran fracaso de la civilización y la perversión de la democracia. Una democracia vigilada, policial, de mirones, que prioriza el control de los malos fisgando indiscriminadamente en la vida de todos.

La democracia como hermosa aventura de la raza humana ha muerto. El libre albedrío laico, como alternativa al libre albedrío bíblico, se ha desvanecido en los despachos de los Ministros de Asuntos Interiores que, en su impotencia, han tomado el atajo democrático de mantener a los gobernados en régimen de «libertad vigilada».

Sólo en el Metro de Madrid, tres mil cámaras graban a los madrileños y las madrileñas metiéndose un dedo en la nariz, ajustándose los pechos, colocándose el paquete o cruzándose miradas platónicas en silenciosas declaraciones subterráneas de amor, de deseo, entre parada y parada. Y, de vez en cuando, filman a un carterista en una sesión magistral de prestidigitación. En la T4 de Barajas fisgan en nuestras vidas 4.500 terminales del ojo que todo lo ve de Estado. Y les recomiendo un trabajo en la web Sesión de Control.com, bajo el título «Miles de cámaras espeluznantes te vigilan», para que se enteren ustedes de lo que vale un peine.

Hemos convertido la democracia en un reality show audiovisual colectivo en el que todos los ciudadanos somos concursantes involuntarios. En un sistema de convivencia en el que el fin justifica los medios. En un juego en el que los gobernantes se saltan las reglas del derecho a la intimidad, el honor y la imagen, y el pueblo soberano se resigna a aceptar al Estado (miles y miles de cámaras como tentáculos de un pulpo omnipresente) como animal perpetuo de compañía. Pero, ¿quién vigila a quienes nos vigilan?

La última ocurrencia del Ministerio del Interior, en su sabiduría, ha sido reforzar las cámaras de vigilancia de los peajes en las autopistas con la inestimable colaboración del ojo humano. Va a elevar a los cobradores a la categoría de autoridad temporal competente, y su palabra va a ir a misa ante los tribunales, digan lo que digan y se pongan como se pongan los usuarios. A Interior, por lo visto, le preocupan más las excepciones de los listillos que no pagan que la regla del atraco a mano armada que practican las empresas concesionarias.

Aquí, es que quieren arreglarlo todo repartiendo entre el personal chapas de ayudantes del Sheriff, como en los viejos tiempos del Oeste americano. Aquí va a ser autoridad todo Dios: personal docente, personal sanitario, cobradores de peajes, etc, mientras la gente corriente, eso que llaman el pueblo soberano, se va convirtiendo en un conjunto de «mindundis» que, como en el mus, se callan, pagan sus impuestos y dan tabaco.

Hombre, ya puestos a aceptar decenas de miles de cámaras indiscretas como animales de compañía, por lo menos extender tan fea costumbre democrática a los despachos, los coches, las residencias y todos los espacios denominados «oficiales», ¿no?. Ya puestos a aceptar la perversidad de que el fin justifica los medios, fíjate todas las incertidumbres que nos habríamos ahorrado si los Camps, los Puyol, los Mas, los Rato, lo Pepeblanco, los MAFO, los Urdangarín, los Gayoso, los Griñan, gente de esa, hubiese quedado grabada y bien grabada ante Dios, el pueblo, la historia y los tribunales de justicia.

El problema es que sigue habiendo dos Españas, dos tipos de españoles: una inmensa mayoría de parias que somos carne de cámara y una minoría que tienen el privilegio de practicar, en la más estricta intimidad, maniobras orquestales en la oscuridad.

Por si me está observando, me jiño en la madre que parió al siniestro Gran Hermano que todo lo ve, todo lo tiene grabado, menos la corrupción política, institucional, de castas, que decenas de millones de españoles reclamamos desesperadamente que salga a la luz.

¡O se nos graba todo, a todos, o pinchamos la pelota..!

Fuente: Periodista Digital

Autor: Otros
Autores diversos.

3 ideas en “¡Aceptamos cámaras como animales de compañía!

  1. Tambien podemos proceder a una colonización de la Luna, les montamos unas casetas prefabricadas y les mandamos para allí a todos para que se entretengan haciendo unas cuentas recalificaciones de terrenos, que me parece que en la luna todavia no se ha recalificado ningun terreno. Luego cuando se les acabe el terreno pues los podemos mandar a Marte, que por alli ahi bastante sitio tambien.

    Otra opcion seria la de mandarlos en una nave a algun agujero negro para que nos cuenten lo que sucede, o mandarlos dirección al sol para que se achicharren un poco por el camino.

    Aunque bueno, creo que tropezamos con un problema tecnico, no se puede mandar todavia al espacio a una nave tan grande como para que entre tanto chorizo que tenemos en España.

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