La inseguridad para los niños y la pérdida de autonomía en sus desplazamientos urbanos ha sido consecuencia de que nuestras ciudades sean territorio de automóviles. De hecho, actualmente el 70% de los chavales de 11-12 años van acompañados a la escuela por un adulto. Una realidad observable en muchos colegios a las horas de entrada y salida: vehículos mal aparcados, en doble y triple fila, sobre las aceras, prisas, estrés, niños en la calzada… Caos circulatorio e inseguridad en definitiva. Por eso muchas ciudades están cambiando a nuevas formas de movildad más seguras y saludables para los usuarios vulnerables, entre ellos los escolares y sus entornos habituales.
Pontevedra, sin coches en las puertas del colegio
Una de ellas es Pontevedra (83.000 habitantes), modelo de ciudad accesible para el peatón. Allí han logrado ‘limpiar’ de coches las puertas de los colegios, estableciendo zonas de aparcamiento en las inmediaciones. “Los padres eran el problema. Hablamos con las asociaciones de padres de alumnos, para avisarles de que no permitiríamos más estacionamientos abusivos. La afluencia de coches ha disminuido, ahora muchos más padres van andando con sus hijos”, explica Daniel Mancelle, jefe de la Policía Local de Pontevedra. “Hemos transformado un entorno hostil cortando de raíz estas prácticas”. Mancelle apunta que la medida ha tenido efectos inmediatos: han mejorado la circulación por el centro, la calidad del aire y la seguridad vial, con cero víctimas mortales en los últimos cuatro años). “Además, los niños ganan en autonomía y salud, y hemos podido sacar a los agentes de las puertas de los colegios y ahora vigilan los caminos escolares”, señala. Incluso se ha promocionado el camino escolar –1.300 niños de siete a doce años acuden a pie al colegio–, han ensanchado aceras y lmitado la velocidad de circulación a 30 km/h.