Existen diversas explicaciones de por qué velocidades más altas no implican más muertes en carretera. La primera de ellas es que la variabilidad de la velocidad en las autopistas es más peligrosa que la velocidad en sí misma. Está fue la principal averiguación del de una investigación del economista especializado en transportes Charles A. Lave, de la Universidad de California-Irvine, publicado en el American Economic Review.
Según ese estudio del profesor Lave, “no hay una relación estadística discernible entre el ratio de siniestralidad y la velocidad media, aunque hay sí tiene una estrecha relación con los cambios en la velocidad de los vehículos; cuando muchos coches circulan a más o menos la misma velocidad, independientemente de que sea alta o no, el ratio de siniestralidad será menor. No mata la velocidad, mata la diferencia de velocidad significativa entre los vehículos”. Los límites de velocidad que son demasiado bajos pueden ser tan peligrosos como los límites demasiado altos. Eric Peters, prolífico autor en medios de automoción, explica el peligro asociado con límites más bajos que los necesarios:
“A veces velocidades más altas son más seguras de lo que pueda parecer por el flujo normal del tráfico (lo que los expertos llaman la velocidad de “percentil 85”). Esa es la velocidad que la mayoría de los conductores mantendrán en un tramo dado de carretera en condiciones normales. Cuando los límites de velocidad son anormalmente bajos, las caravanas, “el efecto goma” y las variaciones de velocidad respecto de conductores que circulan más deprisa hace que las carreteras sean menos seguras”.
La segunda razón de por qué límites de velocidad más altos no han causado más muertes es que pese a que ha habido un aumento de la velocidad legal las velocidades medias han crecido sólo entre 1 y 3 mph, en las autopistas que aumentaron sus límites desde 1995, según el Síntesis of safety research related to speed and speed limits”, realizado por la Federal Highway Administration.
En otras palabras: los conductores circulaban correctamente por encima de 55 mph antes de que los límites se elevaran. El principal efecto de la crisis del petróleo del 74 fue crear una legón de infractores. El límite de 55 mph fue posiblemente el decreto federal más incumplido en la historia americana. El Departamento Federal de Transporte (DOT) estimó que alrededor del 70% de los conductores norteamericanos excedían habitualmente el límite de 55 mph.
La National Motorists Associaton (el mayor club de aumotovilistas en EEUU) calculó que en 1998 el límite de 55 mph, que permaneció vigente en el Estado de Nueva York, fue cumplido por sólo el 4% de los conductores. La limitación, añadían los conductores americanos, provocó el florecimiento de negocios multimillonarios entre emisoras de radio y detectores de radar.
¿Algún paralelismo con España? Me parece que sí.
Muchos Estados acataron la Ley Federal que imponía los límites con indiferencia, pero la vieron como una injerencia que no estaba justificada. El Gobierno de Montana, en protesta por la Ley, impuso una multa máxima de 5 dólares por superar la velocidad, en concepto de “consumo energético”. Esto se convirtió en un pseudo peaje por conducir a 75 mph a través de las 560 millas de autopistas del Estado.
Con los límites de velocidad más altos, cuando los americanos han podido circular a 70 mph en las autopistas, han podido fijarse más en lo que tenían delante que en mirar constantemente el retrovisor.
Finalmente, incluso a la policía le costaba obligar a los americanos a mantener el límite de 55 mph. De hecho, en 1988, la Asociación de Policía de Tráfico aprobó una resolución contra ese límite de velocidad, remarcando que obligar a circular a 55 mph “provoca una sobreconcentración de recursos en el propósito de que se cumpla esa ley en vez de aplicarlos a cuestiones más efectivas para conseguir más seguridad en las carreteras”.
Fuente: ElAntiradar
Lo que se desprende claramente de todo esto es que contra más bajo sea el límite de velocidad y más «contra natura» sea este, mayor será la recaudación económica que el estado lleva a cabo en las carreteras.
Así que la cosa es clara, si la DGT quiere dinero su tendencia será siempre a poner límites bajos de velocidad en tramos donde el sentido común dicte que se puede ir a mayor velocidad, y lo demás es demagogia barata.
Así que pueden seguir robando a manos llenas, pero por favor no insulten nuestra inteligencia diciendo que es «por nuestra seguridad», que me recuerdan al padre que se quita el cinturón para darle una paliza a su hijo mientras dice «es por tu bien hijo, y a mi me duele más que a ti»… pues eso, los cojo… en vinagre.
A ver si nos dejamos ya de gilipolleces y ponemos VELOCIDAD LIBRE EN AUTOVÍAS, YAAA!!!