El número 402 de la revista AUTOMOVIL, correspondiente al mes de julio, es testIgo del comienzo de la colaboración de El Antirradar con tan prestigiosa publicación, que cuenta con más de 150.000 lectores cada mes. Bajo el título “Las mentiras arriesgadas de Pere Navarro”, el artículo repasa el triste legado del director general de Tráfico. Os pego el texto a continuación, espero que os guste.
LAS MENTIRAS ARRIESGADAS DE PERE NAVARRO
¿A quién puede importarle la verdad, cuando la mentira nos hace felices? Pere Navarro apura sus últimos meses (D.M.) al frente de la cosa circulatoria mientras escribe con sangre de inocentes olvidados por sus estadísticas de siniestralidad el epitafio de su funeral político como Director General de Tráfico. A (casi) nadie le importa que los muertos entren y salgan –más bien esto último– de la contabilización de fallecidos en carretera, porque nos sentimos francamente satisfechos al superar marcas europeas en reducción de fallecidos, lo que Pere Navarro celebra mucho poniéndose gafas de colores mientras tacha de proscritos antisociales a quienes creemos que conducir es algo más que desplazarse, porque queremos ejercer nuestra libertad de disfrutar cuando lo hacemos.
Navarro, patoso conductor para quien la solución a la mortalidad en nuestras carreteras es que todos nos convirtamos en peatones o en ciclistas, ha aplicado en su mandato lo dicho por Adolf Hitler, ignoro si de manera consciente o inconsciente: “Las grandes masas sucumbirán más fácilmente a una gran mentira que a una pequeña”.
Y así, nos dijeron que el carné por puntos y, en general, la criminalización del conductor, han logrado reducir la siniestralidad a niveles insólitos desde los tiempos del gasógeno. Propaganda que los medios han digerido para que le llegue al pueblo bien masticada, dando por bueno aquello que no soporta el más mínimo análisis crítico. No. La siniestralidad lleva dos lustros estancada en el entorno de los 100.000 accidentes con víctimas por año, lo que expresa el rotundo fracaso de la política de seguridad vial basada únicamente en la represión que, de paso, ha llenado las arcas de la DGT. Hasta donde cualquiera puede colegir, dichas medidas deberían servir al objetivo de reducción de siniestros, cosa que no se ha producido. Entonces, ¿qué ha pasado para que bajen los muertos? Muy sencillo: mejores carreteras, mejores coches, mejores asistencias sanitarias y menos vehículos en la carretera son los auténticos responsables del descenso de la mortalidad vial. Y ninguno de esos cuatro factores cae del lado de la DGT y de la gestión trilera de Navarro a su frente: razón de más para insistir en la demagogia.
Todo eso no ha sido suficiente, había que hacer algo más: afeitar estadísticas con descaro y mentir sin pudor: el año pasado desaparecieron 365 muertos de la serie histórica… y lo que te rondaré morena.
El canto del cisne de Pere Navarro entona notas en falsete; las mentiras arriesgadas de quien subordinó su deber como gestor a su vanidad como político; mentiras que le harán renegar de los tiempos felices de las gafas de colores.