Desde el 1 de diciembre, los conductores holandeses que sean interceptados al volante con una tasa de alcohol en sangre superior a 1,3 gramos por litro -el límite permitido es de 0,5 gr/l- tendrán que instalar en su automóvil sensores
de alcohol.
Este sistema, obligará a que el conductor sople cada vez que vaya a arrancar el vehículo. Si el mini inhalador, que está conectado al panel de instrumentos del vehículo, indica un nivel de alcohol en sangre superior al permitido, el motor no se encenderá.
Los sensores se instalarán durante dos años con una posible extensión a seis años si el conductor reincide. En los peores casos, el permiso de conducir del infractor será revocado, y el afectado tendrá que esperar cinco años antes de
poder pasar un nuevo examen. En Holanda, cerca de 200 personas mueren cada año por el binomio conducción- alcohol.