La cumbre informal del 30 de enero 2012 fue promovida como una cumbre para el crecimiento y el empleo, pero no lo ha conseguido. La cumbre concluyó con el anunció del «pacto fiscal» por vía del nuevo Tratado internacional a veinticinco –sin Reino Unido ni República Checa-, y con una declaración suave y sin consecuencias sobre el crecimiento y el empleo, sin ningún compromiso; sólo palabras vacías. Los líderes políticos nos muestran un camino que conduce a un callejón sin salida.
La Secretaria General de la Confederación Europea de Sindicatos (CES), Bernadette Ségol, ha dicho: «El presente Tratado podrá tranquilizar a amigos políticos de la Canciller Merkel, pero no a los millones de trabajadores desempleados, a los pobres, o a los precarios en Europa que están esperando un apoyo decidido de las instituciones de la UE . Esta es la razón por la que nos oponemos a ello. Los planes para restaurar el equilibrio de las cuentas públicas deben abordar, con carácter prioritario, la cuestión del crecimiento sostenible. Por sí sola, la austeridad implica matar el crecimiento y el empleo. Lo que realmente necesitamos es un Pacto Social para dar un nuevo impulso a la Unión Europea y recuperar la confianza de sus trabajadores y de sus ciudadanos».
Por su parte, el Secretario General de USO, Julio Salazar, ha manifestado que “Es una pena que la política siga sin gobernar a los mercados. Este no es el Tratado que reclamábamos los trabajadores”. En opinión del máximo dirigente de USO “la consolidación de la regla de oro en España con un déficit máximo del 0,5 %, bajo amenaza de fuertes sanciones, será un fortísimo impedimento para la inversión y el crecimiento en países como el nuestro muy afectados por los problemas de financiación de la deuda soberana”. “Además –ha criticado Salazar- resulta perverso que este Tratado se haya teledirigido desde el gobierno alemán a espaldas de la opinión de las democracias nacionales, de los ciudadanos y de los interlocutores sociales. Un protocolo social hubiera sido imprescindible”