El pasado martes, la directora general de Tráfico, María Seguí, informó a la Comisión de Seguridad Vial del Congreso de los Diputados de que se estaba produciendo un acusado descenso en el número de multas debido a que muchos radares no se encuentran operativos por estar estropeados o deficientemente mantenidos.
Tres cuartas partes de los dispositivos de control de la velocidad (donde se encuentra la mayoría de los radares ahora inoperativos) están actualmente en las vías donde menos siniestros se registran, las autovías y las autopistas, mientras que únicamente un 20% de ellos se radican en las vías secundarias, donde se concentra el 80% de los fallecidos por siniestros.
Este dato acredita el carácter meramente recaudatorio de los radares, cuyo uso preventivo se relega a un segundo plano pese a su evidente utilidad en los tramos más peligrosos de nuestra red de carreteras. Por ello, Movimiento140 estima que, ahora que hay que revisar centenares de cinemómetros inoperativos, se acometa el estudio para su reubicación en tramos peligrosos al que se recientemente se comprometió María Seguí.
En los últimos ocho años, pese al descenso general del número de víctimas, la proporción de fallecidos en vías secundarios se ha mantenido estable o incluso ha llegado a crecer algunos años. La función preventiva de los radares tiene, en estas vías, una doble eficacia: en primer lugar, porque su presencia debidamente señalizada hace aumentar la atención del conductor que, por otro lado, percibirá que el radar se encuentra en ese punto por su seguridad, no por su dinero.
Actualmente, la multa más impuesta en España es el exceso de velocidad, por el elevado “rendimiento” que produce un solo radar. En este sentido, cabe recordar las palabras del anterior DGT, Pere Navarro, cuando afirmó que “un radar hace el trabajo de diez guardias civiles”. Sin embargo, el exceso de velocidad es responsable, según los datos del Anuario Estadístico de Accidentes de la DGT, del 1,44% de los accidentes con víctimas en carretera, proporción que baja al 0,4% en tráfico urbano. Pese a ello, el discurso oficial se centró obsesivamente en la “velocidad” como causa principal de los siniestros sin duda, en opinión de Dvuelta, para justificarla proliferación de radares meramente recaudatorios.
También dijo Pere Navarro que situar radares fijos en vías secundarias “no es rentable” en términos económicos, pese a su evidente utilidad en la reducción de víctimas.
En opinión de Movimiento140, la DGT, al menos en los relativo a los radares, debería superar la presión del condicionante presupuestario (que le obliga a poner tantas multas como sea necesario para lograr la previsión marcada en los Presupuestos Generales del Estado) para primar la auténtica seguridad vial, que es aquella que cuenta con la confianza del conductor que comprueba que verdaderamente se actúa antes por su seguridad que por su dinero.