La nueva directora general de Tráfico ya ha anunciado que se van a poner más radares en las carreteras secundarias en las que se producen la mayoría de accidentes, pero también ha dicho que se mantendrán algunos en zonas sin peligro, rectas de autovías y demás.
Y la razón argumentada es que de esta forma se evita que los conductores se desmanden. Es triste, pero lamentablemente tiene razón, y es que la DGT tiene un problema y es que los conductores españoles, en general, no cumplen las normas. Pero no es que se salten una señal de 120 km/h en una autovía, es que los conductores no cumplen ningún precepto.
Es decir, que ya no se trata de que haya unos pocos locos que vayan más deprisa de lo establecido, sino que todos los conductores, casi sin excepción, superan los límites. Y les voy a poner un par de ejemplos. Todos los días voy por la N-1 en una zona que tiene tres carriles y una limitación de 120 km/h. La mayor parte de los vehículos va por la carretera por el carril central a una velocidad de 100 o 110 km/h.
Van incumpliendo la ley porque circulan por el carril central sin que haya coches a la derecha, y van muy pegados al coche de delante. Por ello, además, van creando peligro.
Hay una zona de obras, de verdad peligrosa, con un estrechamiento a dos carriles, mal señalizado y con los carriles muy estrechos. Pues bien, todos los coches, y digo todos ya sean turismos, motos o incluso camiones, circulan a 100 km/h o más cuando el límite es de 80 km/h.
Hace un par de semanas se puso detrás de mí un coche de la Guardia Civil y cuando llegué a las obras me puse a los obligados 80 km/h. El coche de los agentes se pegó a mí y detrás de ellos apareció una berlina de lujo que sin poner el intermitente se cambió de carril (incluyendo pisar descaradamente una raya continua) para adelantarnos. Se puso a los habituales 110 km/h y al terminar el adelantamiento, sin poner intermitente, volvió a pisar la raya continua y siguió su camino.
Cuando terminaron las obras me eché un carril a la derecha y los agentes me pasaron con rapidez, pero no para perseguir al infractor, sino para hacer un cambio de sentido y pasar una zona que tiene una señal de limitación de 60 km/h a 80 o 90 km/h.
La DGT tiene un problema, como les decía al principio, y es que absolutamente ningún conductor cumple con las normas vigentes, ni siquiera los agentes de la Guardia Civil. Por eso, no es de extrañar que María Seguí diga que va a mantener algunos radares en zonas sin peligro para que los conductores no se desmanden.
Pero también debería conseguir que los agentes de la Guardia Civil y de la Policía cumplan con las normas básicas de la conducción y den ejemplo a los conductores. Normas como cumplir con los límites de velocidad como el resto de ciudadanos, como poner los intermitentes, como no pisar rayas continuas, como mirar por los espejos y no pensar que ellos son superiores y que las normas son para los otros y para que ellos, y me refiero a los guardias civiles puedan poner multas. Y aunque no se nota, porque van en coches sin identificar, también deberían hacerlo los coches oficiales, los de ministros o políticos, o alcaldes, o escoltas. Es decir, todos los conductores.
Cuando se plantea desde hace ya meses lo de reducir el límite en todas las carreteras no desdobladas a 90 km/h y subir en algunos tramos de autopista a 130 km/h, eso no vale para nada. Todo lo que no sea hacer que los conductores cumplan con las normas… y al mismo tiempo que las normas sean racionales, no llevará a ningún sitio.
Si en la madrileña M40, en un tramo recto de cuatro carriles con vallas en los arcenes para que no pasen animales, ni personas, ni nada, con la máxima seguridad, se pone un límite de 100 km/h está mal. Todos los coches de la Guardia Civil pasan por allí a 140 km/h, la mayor parte de los vehículos que van por ese tramo van entre 110 y 120 km/h, incluso los camiones.
Por encima de todo hay que concienciar a los conductores de que sentarse al volante es una actividad de riesgo, como lo es la escalada en montaña, o el rafting o el puenting, o la Fórmula 1. Pero mientras que en los últimos casos uno arriesga solo su vida, en la conducción en carretera o en ciudad arriesga también la vida de los demás.
Y mientras que no lleguemos a concienciarnos todos los conductores de eso, mientras que no circulemos pendientes al 100% de la conducción, de las señales, de los límites de velocidad, de ver los peligros de la carretera, iremos mal. Y la DGT seguirá con un grave problema.
Fuente: El Confidencial
Quizás sea que muchas de esas «normas» son infumables y me explico… limitaciones sin ninguna razón a 100Km/h en mitad de las autovías, esos 60Km/h en presuntas «obras» pero que no hay nada ni nadie, salvo una línea amarilla, o como indica el autor del artículo esa línea contínua que nadie entiende en un tramo de 2 carriles que, presuntamente está en obras pero que no hay nadie ¿hacemos una caravana de 2 kilómetros detrás de un camión mientras el carril izquierdo está libre? o nos saltamos esa línea que nadie entiende que hace ahí.
El problema de fondo es que esas normas, las normas, en muchos casos no son creibles y por lo tanto el conductor se las salta, y no es que TODOS sean unos delincuentes asesinos.