El ser humano necesita reglas para convivir en un orden establecido. En el ámbito de la circulación, este es el objetivo de las señales de tráfico: informar de una manera clara, concisa e inequívoca de lo que puede o debe hacer el usuario de la vía, y de lo que no, siempre dentro de unas normas.
Para que esto ocurra, las señales deben cumplir cuatro requisitos indispensables: tienen que ser visibles, ya que si no es así, no sirven de nada; en segundo lugar, ser legibles a la velocidad a la que esté permitido circular en la vía; en tercero, también deben ser comprensibles. Por último, deben ser creíbles. Estas cuatro características son vitales para que las señales de tráfico sean efectivas.