Más que hablar del cáncer deberíamos hablar de pacientes o personas diagnosticadas de cáncer, ya que se trata de situaciones muy diferentes, no solo por el órgano afectado, sino por la evolución, sintomatología, tipo de tratamiento, aparición o no de efectos secundarios… Cada caso es distinto y, por tanto, también lo será la influencia que el proceso pueda tener en la capacidad para conducir.
Aun cuando es una patología que, al ser diagnosticada, en general tiene un impacto muy alto en el paciente y su familia y amigos, el enfoque y tratamiento de los diferentes procesos ha avanzado notablemente, cada vez existen tratamientos y fármacos más eficaces y con menos efectos secundarios y, así, las expectativas de los pacientes son cada vez mejores. Este mensaje traduce la importancia de enfrentarse al problema con optimismo, y con la fuerza y el apoyo de las personas próximas.
Cáncer: tres tratamientos
En el tratamiento del cáncer se utilizan, básicamente, tres tratamientos: cirugía, fármacos y radioterapia. Dependiendo del caso (tipo de cáncer, localización, estadio…), se utilizara uno u otro, o varios. El tratamiento del cáncer es uno de los campos donde más avances se producen y donde más nuevos fármacos se lanzan al mercado.
Movilidad de los pacientes de cáncer
Cada uno de estos tres tratamientos citados –cirugía, radioterapia y quimioterapia– puede producir efectos secundarios que pueden alterar la capacidad para conducir y que esta aptitud no sea la más adecuada.
En ocasiones, aun sin efectos secundarios del tratamiento, un estado de ánimo depresivo, de ansiedad o la existencia de alteraciones del sueño en el paciente aconsejan que, en ciertos momentos, este evite ponerse al volante. Todos estos aspectos habrán de ser valorados de forma individual.
En otros países con sanidad privada existen iniciativas de la sociedad para favorecer la movilidad de la personas con cáncer, tanto después de la cirugía o la radioterapia como después de los ciclos de la quimioterapia.