Con el buen tiempo, se ve más vida en la calle. Más movimiento. Y, quizás, más alegría. La expansión de la bici es un fenómeno que se reparte según la topografía y el clima de cada núcleo urbano. Aunque muchas veces no es así. Relacionamos Sevilla con el paso de bicicletas al lado del Guadalquivir, o Barcelona y esas ‘fixies’ peinando la Barceloneta, pero también hay grandes movimientos ciclistas en Bilbao o San Sebastián, más propensas a la lluvia. O en Madrid, con un tráfico endiablado.
Sin embargo, aún queda tiempo o educación para que trasladarse pedaleando sea un acto masivo o tan común como en Europa. Y es curioso: tenemos mejor clima y peor economía familiar, dos factores clave, pero aún no incluimos esta variable en nuestros desplazamientos cotidianos. ¿Por qué?.