Impuestos y ecologia. Continuación del expolio administrativo

Recientemente nos hemos desayunado con la noticia de que el Gobierno central español desea llevar a cabo una reforma fiscal que grave los automóvile en función de su expulsión de CO2, y no de la cilindrada como venía ocurriendo hasta ahora. La información, como venía siendo habitual de nuestros bien ponderados dirigentes, era confusa, llena de recovecos y mal redactada para que, a río revuelto, ganancia de pescadores. Es por ello por lo que no nos queda claro si hablan de una reforma del impuesto de circulación (ayuntamiento, anual) o del de matriculación (hacienda, en el momento de la adquisición), para así favorecer la venta de vehículos híbridos y estropear así la venta de todoterrenos y SUV que tan de moda están.

El problema viene de lejos, de cuando España estaba dirigida, más bien acaudillada, por un hombre pequeño, bigotudo, de voz atiplada y que no levantaba las simpatías de demasiada gente. Un hombre que en delirios autárquicos sacó al país del progreso europeo y que todo lo que fuese salirse de la mediocridad con la que a él le gustaba tener cogida por los huevos a la gente. Uno de los rasgos de esa mediocridad impuesta, era la posesión de un vehículo, la cual gravó con un «impuesto de lujo», que comenzó siendo de un 33%. Ese impuesto de lujo debía pagar aquel que tuviese un automóvil, auqnue fuese su herramienta de trabajo, como podía ser el caso de los taxistas. Eso claro, los vehículos de fabricación nacional. Si era importado había que pagar unos aranceles y unas aduanas que hacían que un escarabajo valiese 3.5 veces más de PVP que un Seat 600.

 Posteriormente, ya no recuerdo si bajo Franco o bajo los gobiernos post-transición (Lo siento, pero me resisto a llamarlos demócratas), ese impuesto bajó a un 28%, y se excluyó de ello a los taxistas. Una mejora claramente insuficiente. Y llegó 1986, y España, a la vez que Portugal, entró en Europa, en la CEE. España,. en 4 años tuvo que adaptarse a una fiscalidad conceptualmente armonizada con la europea. Y nació el IVA para los españolitos. Comenzó siendo un 13 o un 14%, para ser un 15% y a inicios de los 90, el 16% que conocemos. Pero el gobierno se sacó un «as» de la manga para seguir cobrando el impuesto de lujo, y era un impuesto de matriculación, valorado en un 12%, que gravaba la adquisición de un nuevo turismo o todoterreno.

Ese impuesto fue revisado en el año 1995, para poder detener la sangría de ventas de automóviles que se había dado en el año 1993. Al ser los años 1991 y 1992 (Olimpiadas, Expo, Capital Cultural) años mnuy fuertes en ventas, superandose por primera vez el millon de matriculaciones de turismos, el batacazo de 1993 y 1994 fue bestial. Entonces decidieron que los vehículos de gasolina de hasta 1600 cc y los diesel de hasta 1900 cc pagasen un tipo reducido del 7%. Por presiones del grupo PSA, que vendía coches diesel con 1905 cc de cilindrada, con mucha implantación de factorías y ventas en España, la cilindrada límite de los diesel subía a los 2000 cc. De haberse mantenido en 1900, por los autos del grupo VAG, que montaban motores de 1896 cc se pagaría el 7% mientras que por los de PSA se pagaría el 12%. La «pataleta» prosperó y se cambió, manteniendose el sistema como lo conocemos hoy.

No debemos olvidar una cosa. España, por cada coche no exento de impuesto de matriculación que se matricula, recauda una media de 2000 euros. La comisión europea le ha dado numerosos toques de atención y sanciona con multas esa práctica, puesto que no está fiscalmente armonizada con el resto de la UE, pero parece ser que a pesar de pagar las multas, el negocio es bueno para las arcas del erario público.

Pero ahora el CO2 se ha puesto de moda. Ahora es el CO2 el agente contaminante, Cualquiera que sepa un poco de química, el CO2 no es bueno, pero tampoco es tan malo. Más problema es el CO, que es lo que ahoga a la gente y lo que es nocivo, pero bueno. Todas las discusiones se ciñen al volumen de CO2, y a que los vehículos híbridos son los mejores para solucionar eso. Pues bien, ni lo uno, ni lo otro. Y menos diseñar impuestos en función del CO2 que expulsa cada coche, que no deja de ser un valor teórico aplicado con una fórmula a partir de los consumos homologados. Es decir, algo muy fácil de trucar.

Una cosa está clara, si se quiere gravar el automóvil por lo que contamina, nunca, o mejor dicho, NUNCA EN LA PUTA VIDA debe gravarse la adquisición del automóvil, sino que debe gravarse el uso. A los que hablen del reciclaje al final de la vida útil, los automóviles en este momento son reciclables a un 90-92%, con lo cual, fuera de uso, tampoco contaminan. Pero vuelvo al hilo, es sencillo, un coche que no anda, no contamina. La única manera justa, y ojo que lo digo a pesar de ser potencialmente perjudicado por la cantidad de kilometros qeu ando, es gravar (más) los hidrocarburos, aboliendo cualquier impuesto de matriculación. De esa manera, el que mucho anda, mucho paga, el que poco anda, poco paga, el que tiene un coche que gasta mucho, paga más, el que tiene un coche que gasta poco, paga menos. Así de sencillo, en cada litro de combustible pagas una «indemnización» por el CO, el CO2, lo NOx, las partículas o el hidrocarburo sin quemar que sale por el escape de tu coche. Y eso, tan aséptico, no entiende de híbridos, de SUVs o de que tengas un Golf TDI.

Pero claro, damos con un problema serio. ¿¿El Gobierno puede permitirse que los carburantes suban 15 o 20 Cents de un golpe?? Según gobiernan ahora, claramente NO. Se les despendola la inflación, se enfría aún más el consumo, y la medida es tan impopular que se tambalearían muuuuuuuuchas poltronas. Al fin y al cabo, la gente cambia de coche una vez cada 8 años, y tal es la ilusión que eso genera que no llegan a ser conscientes de la cantidad de dinero que pagan en impuestos, así que pagan sin rechistar porque tienen juguete nuevo.

 Así que el tema es enormemente sencillo, la fiscalidad por el CO2 es la misma perra con otro collar. Ni sirve para solucionar el problema, ni responde al planteamiento inicial. Y mientras sigamos comprando coches, pasaremos por el aro. Así qeu que no nos engañen con tonterías y estupideces, destinadas a despertarnos una falsa conciencia ecológica que muchos, no tenemos.

Un saludo!!

PD: Una de las mejores formas de reducir la emisión de CO2, es hacer el tráfico lo más fluido posible. UNa medida sería organizar los semáforos de las aveidas de manera que a la velocidad estable de 50 kms/h se te vayan poniendo todos en verde y no tengas que parar. Se evitan las carreritas en ciudad, se llega antes a los sitios, y el consumo medio de los coches en ciudad disminuye, con lo cual, la emisión también lo hace. Dedicado especialmente a Iñaki Azkuna (alcalde de Bilbao), Ibone Bengoetxea (Concejala de Circulación y Transportes) y a los semáforos de salida de Bilbao de la Avenida Sabino Arana.

Autor: Lothar

4 ideas en “Impuestos y ecologia. Continuación del expolio administrativo

  1. En Barcelona hay algunas calles con los semáforos sincronizados. Si mantienes la velocidad, puedes recorrer mucha distancia sin tener que pararte.

    Otras son todo lo contrario. En seguida cambia el semáforo y no haces más que pararte y arrancar, volver a pararte y volver a arrancar.

    Hay que buscar soluciones al exceso de velocidad en vias urbanas sin olvidarse de la fluidez de la circulación.

    Y proteger al transporte público de las agresiones continuas por parte del tráfico privado. Más carriles bus, para que puedan mantener sus horarios de una forma razonable.

  2. Yo soy partidario de una reglamentación diferente a la actual en las vías de naturaleza urbana. De hecho, crearía 3 categorías de vía, limitadas a 30 (residencial), 50 (calles principales) y 70 (avenidas de alta densidad/ejes intersectoriales). Nada del «50 para todos». Se programarían semáforos para mantener el tráfico fluido y en ciertas calles, el transporte público tendría carriles especiales, los culaes serían compartidos con hipotéticos medios sobre raíl (tranvías), al estilo que se hace en Europa.

    Y respecto a lo de proteger el transporte público, quizás olvidamos una cosa. Me parece tremendamente mal que se privilegie demasiado al transporte público cuando éste está, como medio deficitario «per se» en su explotación, inyectado económicamente con dinero procedente del impuesto municipal de vehículos a tracción mecánica. Yo veo legítimo que un conductor de coche en una ciudad se sienta insultado, ofendido y con las pelotas tocadas cuando el autobus que paga el con sus impuestos de propietario de automóvil tiene unos privilegios destinados a transportar a gente de la cual, parte, no paga impuestos por no tener vehículo propio.

    Un saludo!!

  3. Hola Lothar.

    Supongo que los impuestos que pagamos van al mismo saco, y de ahí se distribuye en partidas. La que le toca al transporte público es una partida más.

    Si quieres, le doy la vuelta a lo que dices. Yo no he tenido coche hasta hace muy poco. Durante muchos años he pagado mis impuestos (entre ellos el IVA, que lo pago todo el mundo que compra algo). Con ese dinero se han construido carreteras que yo no usaba para nada.

    Por suerte, a parte de carreteras y autopistas, también se renovaba la flota de autobuses (hablo de Barcelona). Lo que ningún alcalde tiene narices de hacer es lo de poner más carril bus, para evitar que buses y taxis queden atrapados en los atascos. Construyen tranvias, a los que yo no veo ninguna utilidad.

    Pero no se vale decir que pagas impuesto y a cambio quieres más carreteras. Hay que buscar un equilibrio.

    🙂

    Hasta luego !!

  4. JOse Luis, comprendo tu último razonamineto, pero el problema nace de concepto. Yo soy partidario de una reforma fiscal que hiciera de las áreas de recaudación y aplicación departamentos lo más estancos posibles. por ejemplo, de los impuestos del automovil, pagar infraestructuras. De los impuestos del alcohol y tabaco, la sanidad. Y si, por ejemplo, los accidentes del automovil generan el 5% del gasto sanitario, destinar el 5% de los impuestos del automovil a la sanidad. NO comparto eso de la caja común porque, como clase media que soy, ni accedo a las ayudas de los pobres, ni tengo prebendas como los ricos. Y eso, al final, repercute en que tenemos que soportar el triple de carga. Y eso no me mola…

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