La última de Interior y la DGT ha sido la implantación de un baremo para evaluar la “productividad” en carretera de los agentes por el que se prima con el doble de puntos la labor sancionadora que el auxilio en carretera, por ejemplo. Todo el mundo dice que es respuesta a lo que se ha dado en llamar “huelga de bolis caídos” por parte de la Guardia Civil de Tráfico en protesta por las más variadas demandas de mejora laboral.
No digo yo que no haya algo de esto, pero la cuestión viene de mucho más atrás, y tiene mucho más calado: turnos que no se asignan, discrecionalidad desmedida en las horas de trabajo, presión sin fin en las labores de recaudación en detrimento de la prevención, la ayuda y la regulación del tráfico, abuso del sistema jerárquico que deviene en órdenes arbitrarias, aligeramiento de la investigación de accidentes (que es la verdadera piedra angular de una política fiable de seguridad vial)… Presión y más presión a quienes desean cumplir con su promesa de Guardias Civiles, que es, ante todo ayudar al ciudadano.
En el fondo, este Gobierno no quiere un Cuerpo que sirva al ciudadano; quiere una policía que lo asuste, porque el miedo es un gran aliado del gobernante. Pertenece esto a la misma intención de que el conductor circule asustado antes que confiado, más atento a la situación del radar que a la lógica de la conducción. Y, por supuesto, que se amedrente ante la presencia de una patrulla de Tráfico de la Guardia Civil, antes que intentar que dicha presencia genere confianza y tranquilidad.
La Guardia Civil es el pueblo; se nutre de él y a él sirve, por encima de todo. Es un ejercicio profesional similar en muchos aspectos a un sacerdocio: lo primero que tiene un Guardia Civil es vocación. Y también voluntad de sacrificio, esto es, dar sin pedir. Y por eso es el cuerpo policial más eficaz y peor pagado. Esto de la huelga de bolis no es por dinero. Es porque a los agentes de la Agrupación de Tráfico se les está colmando el saco de los agravios. Siempre en silencio, siempre sirviendo, siempre ayudando, poniendo siempre por delante el interés del ciudadano a cualquier otra cosa. Es una manera de entender la vida que sobrevive de generación en generación, de padres guardias a hijos guardias, a nietos guardias; y esa tradición de ciento cincuenta años ha labrado un enorme respeto hacia el Cuerpo en la memoria colectiva. Y qué decir de la Agrupación de Tráfico, que acaba de firmar sus bodas de Oro: yo mismo soy orgulloso poseedor de la medalla conmemorativa del L Aniversario del brazo motorizado de la Benemérita; aunque dudo mucho que lleguen a celebrar las bodas de Platino.
Presiones para multar
Un guardia de la Agrupación de Tráfico me ha enviado una carta para que la publique en este blog, y ahí está. No tiene desperdicio. Resume de manera sobrecogedora lo que era la Agrupación y en lo que se ha convertido, las presiones que reciben para que multen más. Explica, con desolación, que “antaño la Guardia Civil de Tráfico contaba con la simpatía de la práctica totalidad de los automovilistas y hoy muchos percibimos que la situación es bien distinta. Está en la calle, en los medios, en internet, en cualquier conversación en un bar: ¡Me han cazado! ¡Estaban detrás de un árbol y flash, la foto! ¡300€ me ha sacado! Otro responde ¡No hay derecho! A mí me han quitado 3 puntos. He recorrido 600 kilómetros de viaje y no he visto una sola patrulla; la autopista llena de obras, retención de media hora en el peaje y ni un guardia. Tres kilómetros después estaban con el radar!… Sufrí un accidente, me salí de la carretera. Vino la guardia civil y encima me denunció.”
Pues sí, ahora a la mala suerte de haber tenido un percance con el coche se suma una buena receta, porque algo habrás hecho para tener un accidente. Añade a continuación: “¿Cómo explicar a quien ha sufrido un accidente, que además del disgusto se va a llevar una “receta” porque la DGT entiende que la mera producción del siniestro y las evidencias de las causas que lo han motivado, son suficientes para aseverar que se ha producido la infracción? Pues con estas mismas palabras. De lo que no podemos convencerle es de que cambie la cara de decepción que se le ha quedado. Oiga, cumplimos órdenes. Y el pobre hombre, no se atreve a decir nada. Si por tener un accidente me acaban de apretar 150€, si abro la boca igual me caen 300, piensa. Probablemente hoy me llame mi madre. Le estarán pitando los oídos.”
Este es el panorama. En mi opinión, están laminando el espíritu del Cuerpo en la Agrupación de Tráfico, y lo hacen de la manera más artera y reprochable posible: machacando a quienes sustancian los valores que han hecho de la Guardia Civil algo tan grande, que ha perdurado, camino ya de los dos siglos, por encima de regímenes políticos o Gobiernos de uno u otro color. Los actuales responsables políticos de Tráfico no quieren servicio, quieren vigilancia, control, sanción, quieren miedo a los guardias, no alivio al verlos en el arcén; quieren acabar con ellos.
El Gobierno provoca a los guardias para cargarse de razones. Con la excusa de la baja productividad, con los nuevos baremos para evaluar a los guardias y como respuesta a presuntas huelgas, no tardará el día en que se anuncie la creación de una “Agencia Estatal para la Vigilancia en Carretera” o similar que acogerá a quienes dentro de la Agrupación callan y acatan, y dejará fuera a todos los demás: a los que nos protegen en la carretera, a los que salvan vidas cortando hemorragias con sus manos y haciendo torniquetes con sus corbatas; a quienes prefieren advertir que denunciar. A lo que es y representa la Guardia Civil, en definitiva. Como bien afirma mi comunicante, “para bien o para mal, tráfico es la imagen de la Guardia Civil. El emblema del Instituto. Todo el mundo circula por la carretera y en algún momento del camino, se encuentra con nosotros. Lo que de nosotros se lleve será el recuerdo que reciba de la Guardia Civil y lamentablemente, en estos tiempos, no suele ser un recuerdo agradable.”
Más le valdrían a los sindicatos de la Guardia Civil dar un paso atrás y reflexionar sobre esta realidad, porque lo están fiando todo a pequeñas cuestiones que no resolverán lo principal, que es esto que explico. Quizás algunos hay en la pomada, nuevos judas que venderán a sus hermanos por un puñado de monedas. En todo caso, lo que se dirime es el ser o no ser de la Agrupación de Tráfico, y la propia esencia del Cuerpo.
Que Dios nos pille confesados. No quiero ni pensar en cómo pueden ponerse las carreteras si se cambia a la Guardia Civil de Tráfico por un cuerpo como los Mossos en labores de Tráfico, o algunas policías locales de grandes ciudades, como Madrid, que cuenta con un “subcuerpo”, los llamados Agentes de Movilidad, más preocupados de amedrentar que de servir. Y, ahora que lo digo, es quizás a lo que nos encaminamos en la Red Nacional de Carreteras.
Al fin y al cabo, en los cuarteles de la Guardia Civil pone bien grande: “Todo por la Patria”: y la Patria es la gente, el común de la ciudadanía, y ser “Todo por la Patria” es mucho, porque es influencia y, a la postre, es poder. Eso de “Todo por la Patria” no gusta a todos en este Gobierno dispuesto a dar la vuelta al país como a un calcetín. ¿Cómo no van a ir a por la Guardia Civil?.
Fuente: El AntiRadar
No me extrañaría que Camarada Comisario por boca de su «Monchito» se les ocurriera la peregrina idea de subcontratar la vigilancia de tráfico a una empresa privada, al igual que lo hacen ahora los vigilantes de «la ora» ¿Disparatado? ya veremos, porque si lo piensas ¿no es igual de disparatado que a una señora sudamericana que casi no se la entiende le hayan dado el poder de denunciar si mi coche está bien o mal aparcado? pero ya sabemos, aquí lo que prima es recaudar ¿que vendes el coche porque estás harto de que te sangren? no te preocupes, que incluso así te podrá llegar alguna multa de algún ayuntamiento bananero de cuyo nombre nunca has oído hablar diciendo que habías aparcado tu coche «que no existe» en doble fila, y que aunque alegues que no tienes coches, aún así, recibirás una carta que diga «viendo que sus pruebas son insuficientes para rebatir el hecho… “ya sabemos, esa que mandan a todos, alegues lo que alegues.
O acabamos en una revolución social, o acabamos como en aquella película de Ben-Hur donde los esclavos eran castigados con látigo cumplieran o no su trabajo, aquí igual, el conductor es multado cumpla o no las normas.