Me llega, a través del mail de denuncia de El Antirradar, tudenuncia@elantirradar.com, un escrito muy ilustrativo de lo que sucede en docenas de ciudades españolas en las que el aparcamiento se regula con parquímetros. En muchos casos, (como este, enviado por José Fernández, de Zaragoza) son multas gestionadas por empresas privadas mediante denuncias formuladas por personal no dependiente de la Administración a la que se otorga presunción de veracidad. Vamos, que son particulares denunciando a particulares, para los que la Ley exige exigentes requisitos probatorios para perfeccionar la denuncia.
José Fernández, Zaragoza, 2 de diciembre de 2010.
Suena el timbre, las 9 de la mañana más o menos.
-¡Mensajero!
…mmm… Raro. No he pedido nada, ni espero ninguna carta o paquete.
Abro la puerta y encuentro a una muchacha uniformada con los colores de una conocida agencia de mensajería y paquetería.
– Una notificación del ayuntamiento para usted.
– ¿Del ayuntamiento?
Firmo, recojo el sobre, lo abro y… Sí, una multa. Al parecer he estacionado mi vehículo en una calle que desconozco y no he puesto el tícket de estacionamiento. Primera noticia que tengo. No suelo aparcar en zona de estacionamiento limitado, pero si lo hago pongo mi papelito como diligente ciudadano. Muy a mi pesar, pues son muchas las objeciones que tengo al respecto.
En el documento se lee que debo pagar de modo inmediato una cantidad económica y que la administración local, magnánima ella, en cumplimiento de la legalidad vigente, me premia con un suculento descuento del 50% si así lo hago. No pone más. Desconozco quién me ha denunciado y por supuesto estoy convencido que la denuncia carece de todo fundamento, pues no he cometido tal infracción. Debe tratarse de un error; Seguro.
Ya les he dicho que soy buen ciudadano, así que me dirijo a la oficina de tráfico para aclarar el malentendido.
– Hola, verá. Creo que ha habido un error. Yo…
-Si quiere ver su expediente diríjase a la oficina de la empresa que lleva los parquímetros. Me corta sin dejarme terminar de hablar.
-¿Cómo? ¿Que tengo que ir a una empresa a ver mi expediente de denuncia? Supongo que tendré que ir a la policía local, o a una oficina del ayuntamiento.
-No, vaya usted a la empresa que está en …
Ahora soy yo el que interrumpe.
– ¿Que me notifican una sanción sin tener el expediente en el ayuntamiento? ¿Sin haberlo visto? O sea, que una empresa privada les facilita mi matrícula y sin más, me notifican una infracción. Sin tener más prueba que un listado que les envía una empresa. Mi sorpresa es mayúscula.
– Usted lo que tiene que hacer es pagar y punto. Me espeta la funcionaria. No salgo de mi asombro.
Me voy a casa contrariado, pero seguro de que mi razón es legítima. Confeccionaré un pliego de alegaciones dejando bien claro que lo sucedido es un error. Que no he cometido tal infracción y no habrá problema. Es más, voy a extenderme explicando porqué un particular, una persona anónima no puede ponerme una denuncia y quedarse tan ancho, sin presentar ningún tipo de prueba y… ¡Bah! Va a ser coser y cantar.
Dos días después pretendo entregar mi inocente escrito de alegaciones en la ventanilla.
– Hola, venía a entregar unas alegaciones a…
– A ¿Qué? Pida primero el expediente.
– Sí, ya vine, pero me dijeron que fuera a una empresa y verá…
– Eso es lo que tiene que hacer. Vaya, ve la denuncia la paga y se acabó.
– Es que no es lo que quiero. Deseo entregar las alegaciones porque…
– Usted no quiere pagar. Vuelvo a lo del otro día. Me interrumpe de muy mal modo.
– No, señorita, claro que no quiero pagar. No tengo porqué hacerlo si no he…
– Usted es un jeta.
– Señorita, haga el favor de sellarme esto, que no tengo que aguantar sus impertinencias.
Abandono las dependencias porque mis nervios se están crispando. Atribuyo su comportamiento a un mal día. Pero no importa. La eficacia administrativa, responderá como merezco dándome la razón que me asiste.
Un mes y medio más tarde…
Bajo al buzón y veo un papelito tirado encima. Lo veo de casualidad. A veces los carteros no encuentran a los destinatarios y dejan la correspondencia encima de los buzones.
Sorpresa… Es para mí. Una notificación. Esta vez ni se han dignado llamar a la puerta. Leo con inquietud que mis alegaciones han sido desestimadas ya que, como niego los hechos, la palabra del denunciante va a misa y es ley. En pocas palabras. La ley bananera ha llegado. Me hallo viviendo en un país tercermundista en el que no importa si existe prueba o no. Eres culpable. En cristiano; Si yo digo que usted ha robado un banco es así y punto. Si quiere evitar pasar por el “talego” más vale que demuestre usted lo contrario, atrapando al verdadero autor si hace falta. Esto es lo mismo.
Da igual que usted no estuviera allí. Da igual que lo niegue, da lo mismo si no hay una sola prueba o testigo que lo corrobore. Un señor o señora, anónimos, que además trabajan para una empresa que se lucra de las denuncias y pago de parquímetros le denuncia y ya está todo dicho. El ayuntamiento responde que al yo negar los hechos, el testimonio del denunciante tiene “eficacia probatoria”
Pensemos que cuando un agente de la guardia civil u otra policía de tráfico, le impone una sanción, de radar por ejemplo. Aporta certificados varios, de homologación del propio radar, de calibración, etc. Igual sucede con los alcoholímetros. Todos los certificados son expedidos por organismos oficiales los cuales se encargan de verificar que todos estos elementos cumplen una normativa y se encuentran en perfecto estado de uso. Los requisitos y certificaciones de todos ellos viene regulada en diversas normas de rango legal. Para el resto de infracciones, existe la llamada presunción de veracidad con la que cuentan los agentes de policía, que para eso están formados, acreditados y legalizados como tales.¿Qué es un vigilante de parquímetros? Una persona con nula formación legal, contratado a tiempo parcial muchas veces, por una empresa privada, en ningún caso funcionario público y por tanto no sujeto a los especiales supuestos que los empleados públicos tienen, caso de cometer según que irregularidades y por la tanto sin fiscalización legal alguna por parte de un servicio de inspección de mayor rango que ellos. Tan sólo vigilados por un “encargado” de la misma empresa, con la misma formación legal que ellos. Ninguna.
¿Quién regula los parquímetros? ¿Acaso están certificados por el centro español de metrología? ¿Tal vez los relojes y PDA que usan los controladores, están calibrados por ese organismo oficial? En algunos ayuntamientos incluso hacen fotografías. ¿Y…? ¿De quién es propiedad tal cámara? ¿Está certificada y homologada para el uso que se le da? ¿Que hagan la foto de su coche estacionado, significa que estaba allí a esa hora y ese día? ¿Se ve en la foto si lleva visible el tícket de pago? Por no entrar a valorar que ni una sola de las notificaciones en el hecho de la denuncia son válidas al ser denuncias de particulares.
Esta es la situación diaria a la que nos enfrentamos. Si no son pocos los impuestos que gravan el uso del automóvil en nuestras ciudades, además la extorsión que supone el uso de las zonas verdes, azules o naranjas. No importa si estaciona su coche cruzado ocupando tres plazas. Si tiene usted su recibito de pago, todo arreglado.
Volviendo a mi caso, por supuesto, el ayuntamiento no ha leído mis alegaciones. El ayuntamiento no ha querido saber nada de mí ni de las numerosas sentencias que declaran ilegal tal práctica.
Los Tribunales Superiores de Justicia, el Tribunal Supremo y otras salas judiciales han explicado y sentenciado hasta la saciedad la inviabilidad legal de este sistema y la indefensión a la que los ciudadanos estamos sometidos. Han hecho justicia, como deben y saben y han aplicado todo el rango normativo de este nuestro país, para concluir como no podía ser de otra manera, que los ayuntamientos no pueden seguir llevando a cabo las prácticas que vienen realizando en cuanto a la confección, notificación y tratamiento de las denuncias de los empleados de las empresas de control de estacionamiento. ¿Qué ha hecho la Administración? Nada.
A la Administración le importa bien poco la legalidad vigente, la razón y la verdad. O lo que es lo mismo, a la Administración le importa bien poco la moral, la ética y la justicia. Sólo le importa el dinero, recaudar. En el momento que emplea estas prácticas, la recaudación deja de ser eso, recaudación. Pasa a llamarse robo.
Nuestros estimados ayuntamientos, arruinados por otra parte en su mayoría, se permiten el lujo de enviar notificaciones mediante servicios de mensajería. Un servicio que estamos pagando todos los ciudadanos, para que notifiquen en nuestros domicilios que hemos de pagar por algo de lo que no existe prueba alguna. Hechos de los que una suerte de empresas privadas se están lucrando en todos los ayuntamientos de España.
Nos imponen sanciones vulnerando la legalidad establecida y pasándose por el arco del triunfo cuantas normas, leyes y sentencias haya dispuestas. Respondiendo a las súplicas ciudadanas fundadas legalmente, con notificaciones ilegales, en las que se invierte por completo la carga probatoria, garante de los derechos en cualquier sociedad civilizada. Obligando a cualquier ciudadano que tenga paciencia y poder adquisitivo a comparecer en un proceso contencioso administrativo, que le va a costar más tiempo y dinero que el pago de la propia sanción.
Nunca debemos dejar de recurrir. Recurramos; Hagámoslo. Si usted cree que ha contravenido alguna norma del reglamento de circulación o se ha equivocado, asuma su culpa y pague. Las multas son necesarias y todos los sabemos. Si hemos pisado una línea continua, asumamos con deportividad el castigo y paguemos sin rechistar. Si hemos bebido y nos han detectado en un control, paguemos nuestra deuda y demos gracias por no haber producido una tragedia. Obremos siempre en conciencia. Pero no nos sometamos. Nunca seamos rebaño a merced de un pastor o guía sin escrúpulos que nos extorsiona hasta la saciedad. No nos dobleguemos ante unas prácticas carentes de fundamento legal y hagamos oír nuestra voz. Las multas que nos imponen en los parquímetros son ilegales en base a nuestro actual ordenamiento jurídico. Rebélese y luche contra este abuso diario, que aproximadamente supone a cada ciudadano una cuantía de unos 400€ anuales de media en pagos a parquímetros sin contar multas.
Presente escrito de alegaciones, escrito que nunca admitirán, presente recurso de reposición que tampoco prosperará y al final, presente recurso contencioso administrativo ante la justicia real de este país, no ante la sorda, que no ciega, administración. Un contencioso que está ganado seguro, pues por fortuna en este país la justicia sigue siendo justicia y es independiente y al revés que la Administración es ciega pero no sorda. Será un proceso satisfactorio, pero un proceso judicial que sólo consideraremos completo el día que se condene al pago efectivo de los gastos del afectado, costas y perjuicios a la administración que se empecinó en tal absurdo. Y es más, completo, el día que algún alcalde, teniente de alcalde, jefe de policía local o instructor de expediente, acabe procesado por lo que hace. Ni más ni menos que, conociendo toda la normativa legal existente y que en ningún caso, sustenta el proceder de estos ayuntamientos ni estas empresas de control de estacionamiento, sigue notificando, respaldando y resolviendo sanciones por unas infracciones no cometidas, no notificadas y en ningún caso probadas.
Eso supone dictar a sabiendas una resolución injusta. Y en nuestro código penal tiene un nombre: prevaricación.
Fuente: ElAntiRadar
Bienvenidos todos a la república bananera de la partitocracia del PPSOE.
Efectos colaterales de una transición que se demuestra ha fracasado estrepitosamente. Le dimos el poder absoluto a una banda de ladrones llamadas políticos y ellos hacen y deshacen como les viene en gana.
¿Democracia? me da igual, si luego con mi voto al PPSOE ponen en el ayuntamiento a quién le sale de los coj… con sus listas cerradas, y claro como los Audis A8 son muy caros de mantener, pues hay que facilitar al ciudadano que pague, aunque sea inventándose las infracciones.
No si a lo mejor algún día descubrimos que la «democracia orgánica de Paco» no estaba tan mal comparada con esta democracia dictatorial monárquica.