La velocidad “ya no vende”, el alcohol al volante es causa de desprestigio y no ponerse el cinturón de seguridad se ve como una gran imprudencia. La imagen del infractor va de mal en peor. Y el reiterado incumplimiento de las normas puede traer consecuencias que van más allá de la sanción.
El maltrato a un niño, la violencia doméstica, el acoso escolar… hay muchas conductas que antes se ‘toleraban’ de alguna forma y ahora inspiran un gran rechazo social. Lo que algunos han venido en llamar “violencia vial”, las malas conductas al volante (con alcohol, exceso de velocidad, usando el móvil o sin cinturón), también ponen en peligro la seguridad de las personas, su vida incluso. Y la sociedad española lo va interiorizando poco a poco. Por eso, si bebe y pretende conducir, lo normal es que alguien cercano intente persuadirle de que no coja el volante. Si corre en exceso, lo lógico es que su acompañante le diga que no pise tanto el acelerador. Si no se pone el cinturón de seguridad, lo más probable es que su propio hijo se lo recuerde. Y si conduce el coche de su empresa, lo normal es que le pidan cuentas si no cumple las normas. Según el vocal de Psicología del Tráfico del Colegio de Psicólogos de Madrid, Roberto Durán, “la sociedad ha cambiado en los últimos años con relación a la seguridad vial; en general, hemos madurado, pero, como todo cambio social, es lento y en España somos tolerantes todavía con este tipo de conductas”. El contexto del tráfico –asegura– “con poca vigilancia, anonimato e incluso impunidad”, favorece que la violencia vial aparezca y se mantenga más en el tiempo.
En algunos países, cometer una infracción grave de tráfico o incumplir reiteradamente las normas puede tener consecuencias laborales. Por ejemplo, en EE. UU., la empresa FCC Ámbito, de recogida de residuos industriales, cuenta con un Manual de Comportamiento al volante que deben de cumplir todos los empleados que conducen vehículos de empresa. Si cometen infracciones de tráfico, tanto dentro como fuera de su horario laboral, van sumando puntos y si superan los 21 les quitan el vehículo y pueden ser despedidos.
Conducir superando la velocidad permitida, de forma negligente o bajo los efectos del alcohol, está penalizado con 20 puntos, aunque pueden recuperar hasta cinco haciendo una serie de cursos que deben de costearse ellos mismos. En el Reino Unido, los empleados de ING Car Lease firman un documento que permite a la empresa consultar el registro que recoge todas sus incidencias relacionadas con el permiso de conducir, incluidas las infracciones. Además, les realizan controles de conocimiento y una prueba sicométrica para identificar conductas de riesgo y de tendencias antisociales al menos una vez al año. ING es último ganador de las mejores prácticas de seguridad vial de empresas del Reino Unido (www.drivingforbetterbusiness.com). También en este país, en el terreno de los seguros puede tener repercusión el número y tipo de infracciones cometidas y provocar un aumento del precio de la póliza. En España, las medidas de las empresas son más bien preventivas, aunque algunas van un poco más allá.
Ya hay empresas como Michelin, por ejemplo, que prohíbe expresamente realizar cualquier tipo de llamada telefónica, incluso con el manos libres. Y las llamadas entrantes deben ser breves, no más de un minuto. Si necesitan más, deben parar para hablar. Según Hugo Ureta, jefe de Comunicación Institucional de Michelin- España, la respuesta ante las infracciones depende sobre todo de la legislación laboral de cada país: “¿Hasta qué punto podemos pedirle nosotros a un trabajador información sobre las multas que le han puesto o los accidentes que ha tenido…? Está la libertad individual, la ley de protección de datos… La preocupación existe pero, ¿en qué sustentas las acciones? Nuestra legislación laboral no lo regula”. No obstante, tenemos constancia.
Fuente: Tráfico y Seguridad Víal
Ante la negligencia mano dura, el problema es que gracias a una política de muchos años de represión en las carreteras y de caza de brujas buscando el expolio más que la seguridad han dejado marcados que ir a 130 en autovía es «pecado mortal» y que pones en peligro la seguridad de los demás, bla bla y bla… o que ir a 60 en una zona limitada a 50 en mitad de la nada por no se sabe que oscuro motivo (salvo el recaudatorio) pues igual, así que lo primero que habría que hacer es establecer unas reglas de tráfico acordes al siglo XXI y distinguir claramente lo que son «reglas administrativas» que no ponen en peligro a nada ni a nadie (aparcar en una calle de 4 carriles cinco minutos no pone en peligro a nada ni a nadie pero está prohibido) de lo que son verdaderamente «locuras al volante» (por ejemplo ir en dirección contraria por una autovía que curiosamente está penado exactamente igual que ir a 200 en autovía aunque sea de 27 carriles y no haya ningún coche alrededor).
En fin… ¿Quién dijo que la pepera esta iba a ser distinta de Pere Navarro?
Yo lo dije. 🙁