Los datos del IPC de noviembre que subió un 0,2% respecto a octubre y aumentó tres décimas su tasa interanual, hasta el 0,2%, regresando así a valores positivos, nos sitúan en un escenario en el que se aleja el riesgo del deflación pero apuntan a que los precios podrían experimentar un crecimiento indeseado en próximas fechas.
La USO considera que el hecho de que la deflación no se instale en nuestra economía es positivo pero alerta de que las tensiones que se están produciendo en el mercado eléctrico, con subidas de precios para el sector productivo, podría acarrear en un futuro no muy lejano un incremento generalizado de precios. La razón, el sector productivo trasladará vía precios el aumento de los costes de producción.
Es una constante en la economía española que, ante cualquier variación al alza de materias primas y costes directos de producción como es la energía, estos se trasladen directamente al precio final en lugar de atemperarlo vía márgenes. Las consecuencias sobre la exportación y el necesario estímulo del consumo interno, serían negativas.
Si se diera este supuesto, que la USO se teme, volveríamos a un escenario de incremento de las dificultades para la mayoría social que actualmente soporta una pérdida de poder adquisitivo tremenda por la combinación de la caída de los ingresos (elevado desempleo y reducciones salariales) y un aumento de los gastos fijos vía incremento constante de la carga fiscal y de los precios de los servicios y productos básicos.