Julio de 2013, Max López encabezaba una ruta motera en una carretera convencional de Lleida cuando una moto que circulaba en sentido contrario se saltó la línea continua y chocó contra él. A Mario Sánchez le embistió un coche que se salió de su carril cuando iba en su moto. Ambos pasaron varios días debatiéndose entre la vida y la muerte. Los dos salvaron su vida gracias a las transfusiones de sangre de donantes anónimos que recibieron.
Cómo Max y Mario, miles de víctimas de accidentes de tráfico salvan la vida cada año gracias a esas personas que, de forma altruista, emplean parte de su tiempo en hacer una donación de sangre: “Un accidente de tráfico nos puede pasar a cualquiera en cualquier momento y una transfusión, gracias al donante, marca la diferencia entre la vida y la muerte, porque sin ella da igual las medicinas que haya”, indica Martín Manceñido, presidente de la Federación Española de Donantes de Sangre y de la Fundación Nacional FUNDASPE.
En España, añade, “se salvan 80 vidas cada veinticuatro horas y 375 recuperan su salud y calidad de vida gracias a las más de 6.200 transfusiones que se realizan en total, incluidas las víctimas de accidentes de tráfico”.