Las categorías establecidas (Cero Emisiones, ECO, C y B) solo tienen en cuenta la tecnología del motor del coche y no las emisiones contaminantes de cada modelo concreto, ni su uso real. Se pone el acento en los motores de gasolina de coches pequeños, menos contaminantes que muchos híbridos no enchufables.
Los híbridos enchufables de gran potencia, como el Porsche Cayenne (distintivo ECO), emiten mucho más CO2 a la atmósfera que otros coches con etiqueta C en cuanto agotan su autonomía eléctrica.
La DGT manifiesta que la categorización se origina en el Plan Nacional de Calidad del Aire y Protección de la Atmósfera 2013-2016 (Plan Aire) en el que se afirma que tanto las partículas como el dióxido de nitrógeno tienen en el tráfico rodado la principal fuente de emisión en las grandes ciudades y propone a la DGT la clasificación de los vehículos en función de los niveles de contaminación. Además, los criterios para clasificar el parque de vehículos fueron el resultado de un largo y deliberado trabajo liderado por la DGT y en el que han participado entre otros organismos el Ayuntamiento de Madrid, el Ayuntamiento de Barcelona, el Real Automóvil Club de Cataluña (RACC), la Asociación Nacional de Fabricantes de Automóviles y Camiones (ANFAC), el Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente y el Ministerio de Industria, Energía y Turismo.
La DGT, dice que la señal V-25 al igual que el resto de señales V que en ocasiones se colocan en los vehículos, o la propia placa de matrícula, son servicios que prestan empresas en las que la Dirección General de Tráfico no fija un precio de mercado que el importe abonado por los distintivos ambientales en ningún caso pueden considerarse tasa o precio público, y que la DGT no presta el servicio de expedición de los distintivos y en ningún caso obtiene ningún beneficio de las ventas que hagan las entidades que llevan a cabo su expedición.
Fuente: DVuelta