Los accidentes de tráfico ocasionan, aproximadamente, unas 5 millones de muertes al año, siendo ocasionados en una parte muy importante de las ocasiones por conductores imprudentes que, además, son reincidentes en sus infracciones.
Con estos reincidentes muchas veces no funcionan los programas de educación y prevención, por lo que es necesario tomar otras medidas. Conseguir conocer mejor cómo funcionan sus procesos mentales y emocionales en este tipo de conductores podría ser muy eficaz para tomar las medidas que permitieran erradicar sus comportamientos, y en eso se ha centrado un reciente estudio de la Universidad McGill.
En un estudio centrado en los infractores reincidentes de conducir bajo los efectos del alcohol o con exceso de velocidad, los investigadores han tratado de encontrar pautas en su comportamiento, personalidad y perfil neurológico, que les permitiera establecer elementos comunes.
“Sorprendentemente, estos conductores por lo general no consideran a sí mismos como propensos al riesgo”, dice el autor principal del estudio Thomas G. Brown, profesor de psiquiatría en la Universidad McGill. Aquí radica el principio del problema, ya que si los conductores no creen que son un factor de riesgo, no verán necesario cambiar, lo que complica el proceso.
El estudio, publicado en la revista PLoS ONE , tenía en cuenta a cuatro grupos de hombres en Quebec, con edades comprendidas entre los 19 y los 39 años:
- Los que tenían una historia de dos o más condenas por conducir bajo los efectos del alcohol.
- Los que habían sido cazados a más velocidad de la permitida, o incumpliendo otra norma de tráfico tres o más veces en los últimos dos años.
- Aquellos con un historial de conducción que incluía ambos tipos de infracción.
- Un grupo de control de los conductores de bajo riesgo.
Los investigadores reunieron información sobre la propensión de los participantes para el abuso de drogas o alcohol, sus niveles de inhibición y la impulsividad, su tendencia a buscar recompensas o emociones en la toma de decisiones, y su capacidad de aprender de la experiencia pasada y tomar mejores decisiones en el futuro.
Los resultados revelaron que cada grupo tenía un perfil emocional y de comportamiento distinto, lo que llevó al equipo de investigación a especular con que los conductores de alto riesgo son más propensos a responder a las estrategias de prevención que tengan en cuenta sus características particulares.
Las posibles estrategias de tratamiento
Por ejemplo, para aquellos infractores por exceso de velocidad, se busca que dediquen tiempo en participar en actividades estimulantes en un ambiente seguro.
Los conductores ebrios, debido a su mayor sensibilidad a los efectos del alcohol, podrían ser más sensibles a los ejercicios destinados a mejorar su capacidad para recordar las consecuencias negativas de cualquier cantidad de consumo de alcohol cada vez que va a conducir.
Mientras tanto, el grupo que tiene ambos riesgos, se caracteriza por una grave falta de preocupación por los demás, que se extiende a un comportamiento criminal en algunos casos. Este caso es más preocupante, y debe ser analizado en detalle cada caso particular.
Fuente: Tecnocarreteras