Leo llena de rabia e impotencia en el periódico del domingo y del lunes las noticias de las muertes de Martín e Isidro con sus motos contra los malditos guardarraíles, y la opinión de Fernando Sanz (con la cual estoy de acuerdo totalmente), y no puedo reprimir las lágrimas. ¿Por qué? Porque yo, el 11 de diciembre pasado perdí a Jesús, el amor de mi vida, de la misma manera.
Reproducción textual de la carta de Virginia.
Se cayó con su moto y un maldito guardarraíl asesino le mató en el acto y acabó con su maravillosa vida con sólo 33 años… y acabó con nuestros planes de pareja y todos nuestros proyectos e ilusiones. Acabó con nuestro amor, porque aunque yo vaya a estar enamorada de él toda la vida, no lo tengo a mi lado… y eso hay que vivirlo para saber lo que es.
Y hay un padre y una madre que nunca más podrán disfrutar de ese hijo y de las alegrías que les iba a dar (entre otras cosas, ya no podemos hacerles abuelos). Y hay tres hermanos que toda la vida han sido cuatro y ahora son sólo tres (y eso es como cuando a una silla le falta una pata y cojea). Y hay toda una inmensa familia que nunca más verá a su primo, su sobrino, su tío, su ahijado, su nieto, su cuñado, su yerno. Y una empresa que sin él no tiene el mismo sentido, tiene la pena de sus compañeros: su padre, su cuñado y Ramón.
Y hay una cuadrilla de amigos maravillosos que ya no somos 20, somos 19 (yo soy la impar) con mil historias vividas, y las que quedaban por vivir, que ya no pueden ni tomarse una caña con él, ni reírse con él y disfrutar de la vida como lo han hecho hasta ahora. Y cuento todo esto porque yo le prometí a Jesús que iba a hacer todo lo que pudiese por conseguir que se cambiasen los malditos guardarraíles asesinos, porque él es el seis mil y pico muerto por ese motivo, Martín e Isidro son también el seis mil y no sé cuánto y no hay derecho.
¡Ya está bien! No son números, son personas. Y pierden su vida, y sus familias y amigos pierden parte de su vida con ellos (yo, personalmente, ya no tengo mi vida tan feliz, tengo una vida rara que no sé cuánto durará). Por eso me pregunto: ¿cuántos muertos más le hacen falta a la Administración y sus responsables para evitar esta auténtica sangría? Y esto sin contar los 5.000 y pico amputados y a los ciclistas, de los cuales no tengo cifras pero sé que son muchos. Yo me he movilizado porque no me da la gana de que nadie pase por esto (tengo ya 1.000 firmas, pero hace falta que la gente se conciencie). Todas mis fuerzas para las familias de Martín e Isidro y, si queréis uniros a mi lucha, tenéis todo mi apoyo.”