Ha ocurrido hace algo de tiempo y sus consecuencias se han conocido ahora. Esto que os cuento es la historia de un joven, que tras un momento de obturación mental inducida por el alcohol y, posiblemente, por el consumo de estupefacientes, hizo la que puede ser, liada de su vida hasta ahora, con la fortuna de que no ha causado daños ni lesiones.
Berango es un pueblo pequeño y tranquilo, cercano a la costa, que está en Bizkaia, a unos 15 kms de Bilbao. La vida de Berango es tranquila durante 6,5 dias a la semana. Los otros 0,5 dias la tranquilidad se turba por la presencia de una discoteca, y la gente que va a ella. Por ello, la Ertzaintza ha tomado medidas. Desde ir con perros, hasta controles frecuentes de alcoholemia y drogas en los aledaños de esta discoteca. Como Berango es un pueblo atravesado por una carretera, la Ertzaintza suele montar un control a cada lado, para que no haya alternativas a la escapatoria y aquellos que vayan bebidos no continuen su singladura con el riego de accidente que generan.
Pues el joven ptrotagonista de este sucedido (porque es un caso real), un sábado fue a la discoteca con su coche. Llegada la hora de salir, montó en su coche, y se fue. Avnzó hasta que llegó al control de alcoholemia de la Ertzaintza. Al llegar al control, al ser «invitado» a soplar, se negó y emprendió la huida, haciendo que la Ertzaintza le persiguiese. Al final fue interceptado en Getxo, tras ser cerrado al intentar meterse en una calle por sentido contrario.
Entonces fue detenido, y ya como detenido, fue sometido a un test de alcoholemia, donde arrojó un resultado positivo. Naturalmente, como detenido, se le incoó un expediente por vía penal, y puesto a disposición judicial, con los cargos de conducción bajo los efectos del alcohol, conducción temeraria, desobediencia y resistencia a la autoridad. La sanción le sale lo siguiente: 6000 euros, un año de prisión (o su equivalente en labores sociales) y 4 años sin carnet (debiendo depositarlo en el juzgado). Naturalmente ya tiene un antecedente delictivo.
Así pues, ser sorprendido en una imprudencia es caro, pero mucho más caro aún es no ser responsable y no actuar en consecuencia. Y de una sanción administrativa de 600 euros y 1 o 3 meses y 6 puntos, ha pasado a ser un delincuente. La tontería que ha hecho, ademas de un montonazo de dinero (que espero que no se lo pague nadie de su familia, por un tema de responsabilidad educativa), le ha podido menoscabar su futuro laboral durante unos años, al no estar en posesión de un carnet de conducir.
Moraleja: hagas lo que hagas, nunca pongas tu cabeza en bandeja del juez…
Un saludo!!