Asturias: Ni un solo radar en los ‘puntos negros’

La Dirección Provincial de Tráfico dispone de 14 radares desplegados por la red estatal y todos apuntan a tramos de baja o nula siniestralidad. La sentencia funciona también al revés. Según una reciente respuesta parlamentaria, dentro de los 816 kilómetros de carreteras y autovías de titularidad estatal en Asturias, Tráfico tiene localizados 27 tramos reconocidos como ‘puntos negros’ o en trámites de ello, entendiendo como tales a aquellos lugares donde se han anotado tres o más accidentes en un solo año natural. Pues bien, pese a que desde 2005 estos emplazamientos han sido escenario de 154 accidentes con 272 heridos, no hay un solo cinemómetro controlando que en ellos se circule a la velocidad reglamentaria.

El asunto no es exclusivo de Asturias. Según tiene denunciada la Asociación de Automovilistas Europeos, de los 318 radares que la Dirección General de Tráfico tenía colocados en 2007 por las carreteras del país, sólo 109, esto es, el 34%, coincidían con algún ‘punto negro’. En el caso del Principado, el desajuste como se ha visto lejos de corregirse es mayor.

El caso más paradójico se encuentra quizás en la Nacional 634 (N-634), principal eje Este-Oeste de Asturias hasta que el Gobierno de la nación inició su relevo aún inacabado con la autovía del Cantábrico (A-8). Desde Llanes hasta Figueras se suceden la mayor cantidad de ‘puntos negros’ acumulados en una sola carretera asturiana. En total son 15 tramos señalados y en ellos se han dado 96 colisiones, atropellos o salidas de vía en los últimos seis años. Al menos nueve personas murieron en el acto o a las pocas horas.

Pese a esta información, un conductor puede hoy salir desde el Oriente, continuar por Infiesto, pasar por Nava, superar Pola de Siero y Oviedo, hacer un alto en Grado, ver Salas, remontar a la costa por Luarca y terminar en Castropol. Al final habrá recorrido más de 250 kilómetros sin que ningún radar fijo le vigile.

Sin llegar a tal extremo, las nacionales 630 y 640 tienen señalados un punto de alta siniestralidad cada una, debido a los 12 accidentes que se reparten. En ninguna de las dos vías Tráfico informa de la presencia de control de velocidad. Ni siquiera en el kilómetro 47,4 de la N-630, al Norte de Mieres, por más que aquí en 2005 se lamentaran tres colisiones con cinco víctimas, y en 2008 la estadística volviera a avisar con idéntico número de choques y dañados.

Si la siniestralidad no es el principal dato que Tráfico tiene en cuenta a la hora de instalar un radar, ¿en qué criterios se basa? Cada cinemómetro le cuesta a la administración entre 50.000 y 100.000 euros y un vistazo al mapa de los radares permite atisbar que en su colocación parece pesar sobre todo la intensidad de tráfico a vigilar.

Así y por ejemplo, la autovía Ruta de la Plata (A-66) acumula siete radares en apenas 21 kilómetros. La sucesión comienza en las inmediaciones del nudo de Serín de la ‘Y’ y termina en las curvas que circundan Ribera de Arriba. En total, son cuatro cinemómetros los que se topan los conductores que circulan en dirección Sur, por tres los que buscan el Norte. Se trata, con mucha diferencia, del segmento más frecuentado de toda la red viaria regional. El tronco Serín-Oviedo de la ‘Y’ alcanza intensidades de tráfico de entre 70.000 y 80.000 circulaciones al día. La ronda sur de la capital y su salida hacia León mueve entre 34.000 y 40.000 vehículos diarios.

La vía con más tráfico es así la que más número de radares presenta en la red estatal. Lo curioso del asunto es que, a pesar de ello, ninguno atienda a los cuatro ‘puntos negros’ que hay declarados en la autovía. El que más se le acerca es el situado en el punto kilométrico 28,8, en plena circunvalación de Oviedo, un tramo de 100 metros en el que se contaron cinco accidentes en 2005, cuatro por colisión y uno por salida de vía. Nueve heridos dejaron aquellos partes. En sentido sur hay un radar fijo a 240 metros, lo que supone en Asturias el récord máximo de proximidad entre un cinemómetro y un punto negro.

El recuento de ‘puntos negros’ confirma la fiabilidad de las autopistas de nueva generación. De los 27 tramos con mayor siniestralidad, sólo ocho se localizan en las autovías A-66, A-8 y AP-66. Justamente es en estas pistas donde se encuentran también todos los radares. Conclusión: Tráfico reserva sus costosos ‘chivatos’ para las vías más frecuentadas y en las nacionales fía la lucha contra la siniestralidad a la pericia de los radares móviles, las patrullas y las mejoras en conservación que acometa el Ministerio de Fomento.

Es en éste último apartado en el que hay que anotar la desaparición de uno de los puntos más funestos de la red: la salida de Llanes por la N-634. Entre 2005 y 2009, en apenas 400 metros, la estadística oficial admite 31 accidentes, todos fruto de alguna colisión. El balance es tremendo: 69 heridos y un muerto. A mediados de 2010 quedó abierto el cruce de La Arquera, ofreciendo ancho de autovía a los 20.000 vehículos que circulan por esta puerta del Oriente. En ese año Tráfico no reconoce problemas de consideración en la nacional

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