¿Os acordáis cuando hace tiempo se hablaba de la conciliación de la vida laboral y familiar? ¿O de aquella iniciativa de racionalización de los horarios laborales? Todo se ha hundido y olvidado, todo en aras de la competitividad, de la eficiencia, de la rentabilidad, de la «creación de puestos de trabajo».
La consulta se está llenando de gente desesperada que viene a pedir ayuda por su ansiedad, y hablo de un perfil específico entre otros: madres jóvenes con empleos precarios, da igual su cualificación: limpiadoras, trabajadoras de supermercados, becarias del CSIC o «jóvenes en prácticas sobradamente preparadas en empresas de prestigio» que han tenido el valor de tener hijos, no a una edad precoz, sino a una más que razonable, que no tienen tiempo de ver a sus hijos, que se sienten culpables por ello, que ven sus condiciones laborales y económicas deterioradas y no pueden más. Se sienten tristes y decaídas, no quieren «pagarlo con los demás» por su irritabilidad, que se dan cuenta de que tienen que aceptarlo pero no pueden más, que se avergüenzan de llorar con facilidad, también en la consulta, que no quieren tomar medicación pero no pueden más.
Ésta es una de las realidades de nuestra sociedad que hay que sacar a la luz, que las medidas «dolorosas» que hay que tomar no sean anónimas, que tengan la cara de las personas, que al menos quienes tienen que tomar las decisiones – desde el Banco Central Europeo, los burócratas de la Unión Europea, los Gobiernos central y autonómicos hasta los economistas tertulianos (por ejemplo La Brújula de la Economía de la Onda Cero) – dando lecciones de lo inevitable que es hacer recortes duros para que «la inversión fluya», no salgan limpios por sus acciones y opiniones, que se vean salpicados, al menos, de las lágrimas de sus víctimas.
Fuente: Vicente Baos
Y no es para menos. Si es que entre los corruptos politicastros nacionales, los banqueros ladrones, los amiguetes de los anteriores y demás vividores a cuenta de lo ajeno, han dejado el país hecho una auténtica ruina:
Ruina moral y de convivencia; porque con su actitud y su falta de visión han destruido prácticamente los pilares sobre los que se sustenta la ética, la moral y el sentido común.
Ruina económica; pués no les ha temblado en absoluto la mano a la hora de meterla en la saca del dinero público. Han robado en cantidades tan enormes que han acabado desmantelando el estado de bienestar y destruyendo -por su pésima acción u omisión- el puesto de trabajo del que disfrutaban cientos de miles de ciudadanos.
Son auténticos criminales que por el momento descansan tranquilos, pués además son unos completos ignorantes, pero más tarde o más temprano serán juzgados por todo el daño que han hecho a la ciudadanía, abusando en extremo de sus cargos, sus privilegios y su posición de poder, para hacer y deshacer a su antojo en contra de los intereses de la nación y del conjunto de ciudadanos que en ella habitan.
Lo repito y lo repetiré hasta que el eco resuene en todas las casas españolas: NUESTROS POLITICASTROS NACIONALES Y DEMÁS VIVIDORES VARIOS A CUENTA DE LO AJENO, NOS TOMAN EL PELO Y EL DINERO A LOS CIUDADANOS. Lo llevan haciendo ya desde hace muchos años, y lo peor de todo es que, además, NO TIENEN EN ABSOLUTO LA INTENCIÓN DE CAMBIAR DE ACTITUD.
¡Qué corra la voz!, ¡joder!, ¡qué corra la vóz!
¿Competitivos? muy simple… que los consejos directivos dejen de ganar sus suelditos vitalicios y sus megamillonadas, que el imbécil de cierta comunidad donde se pincha mucho bacalao y el «Pocholo» va de vacaciones que deje de regalar el dinero público justificándolo en que «era el duque de palma», que se les pague justamente a los trabajadores cualificados y no querer que, por competitividad, cobren lo mismo que la telefonista, o sea, 600 euros, que los jefes sean puestos por su valía profesional y no por ser el amigo, el cuñado o simplemente el bobo que tiene el carné del partido, que dejen de brear a las empresas con impuestos, que de una puta vez hagamos que China juegue con las mismas reglas que cualquier empresa europea y pasen sus productos los correspondientes controles de calidad y de su «mercado laboral» de esclavos y entonces, a lo mejor, nos damos cuenta que ni somos tan poco competitivos ni los demás lo son tanto.
Pero ya sabemos que los que tendrían que hacer esos cambios son los mismos «miembros y miembras» de cociente intelectual negativo con un curriculum inflado e inventado de «carguitos políticos» ¿Verdad Cospe? ¿Verdad Pajín? ¿Verdad Sorayitas? (la del PP y la del PSOE).