La velocidad es progreso

La velocidad es progreso. Cuesta entenderlo después de casi ocho años de mensajes de la Dirección General de Tráfico tratando de convencernos, retorciendo la realidad, de la gran perogrullada de «la velocidad mata».

El progreso es la primera razón que esgrimo para que se acometa una revisión de los límites de velocidad. Mayores límites no significa «correr más», sino mejorar la movilidad. Nuestros límites de velocidad no son creíbles, y no tanto porque sean más o menos altos, sino porque se vienen imponiendo con criterios meramente recaudatorios. Y no hay nada hay peor para la seguridad vial que límites poco creíbles.

En Alemania hay grandes tramos de vía sin límite de velocidad. En Francia, se puede circular a 130 kilómetros por hora. Polonia y Holanda han elevado sus límites recientemente y el Gobierno del Reino Unido ha anunciado su intención de hacerlo para dar un empujón a su economías: Un límite de velocidad mayor tiene un impacto directo en la mejora de la productividad por la disminución de los tiempos de desplazamientos.

Y aquí no andamos sobrados de actividad económica… A la vista está

Más allá de todo ello, el propio Partido Popular impulsó en la pasada legislatura revisar los límites de velocidad de nuestras carreteras porque se habían quedado obsoletos. Lo aprobó, por unanimidad, el Congreso de los Diputados en junio de 2010. El Gobierno cuenta con el instrumento legislativo adecuado para tal iniciativa.

Sorpresivamente, el anterior Gobierno, lejos de acatar aquél mandato del Parlamento, decidió, en una medida tan transitoria como polémica, reducir el límite de velocidad en autopista y autovía a 110 km/h.

Adhesiones

Y nuestros más de 216.000 apoyos en favor de revisión del límite de 120 km/k, que fueron enviados a la nueva directora general de Tráfico, María Seguí, indican claramente que se trata de una verdadera demanda social.

La siniestralidad no debe ser una traba para acometer una medida largamente reclamada por los conductores españoles. De hecho, según los datos del anuario de la Dirección General de Tráfico, menos del 1,5 por ciento de los accidentes con víctimas en nuestras carreteras son achacables al exceso de velocidad.

¿A qué esperamos? Lo que menos esperamos es que el pronunciamento del Ministro del Interior sea sólo humo. No nos lo merecemos.

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