La nueva DGT, esa a la que todos estamos mirando con inquietud ante su mutismo y pasividad respecto a la esperada renovación del Reglamento de Circulación en lo tocante a limitación de velocidades y normativa ciclista en la ciudad, ha decidido hacer declaraciones ante los preocupantes datos de sinistralidad ciclista de los últimos años que ha presentado una aseguradora en un informe recapitulativo y del que se ha hecho eco la prensa insidiosa de este país para sembrar miedo y exigir reacción ante tanta inoperancia.
¿Y qué ha dicho la DGT? Pues que estemos tranquilos, que no dramaticemos, que no nos pongamos alarmistas porque, para empezar, ha dicho que no le preocupan 67 ciclistas muertos frente a más de 2.500 automovilistas o pasajeros fallecidos en el mismo periodo, que es una bonita manera de saltarse el tema a la torera. Tienen razón. El problema es que mueren pocos. Aunque los accidentes y los heridos graves hayan crecido exponencialmente, aunque las cifras de ciclistas muertos en carretera sean las más altas de toda Europa.
De todas formas, esto no es lo más grave. Lo más grave es que han tratado de una manera muy sutil de culpabilizar a los ciclistas, cuando la medida que se ha propuesto para minimizar los daños de los accidentes, además de buscar una convivencia más tranquila, es generalizar el uso del casco lo cual quiere decir, hacer la obligación de utilizar el casco extensiva a la ciudad. Muy bueno. Así, además de ir a la cabeza en siniestros en carretera (donde ya es obligatorio el casco) también vamos a ser el único país de Europa donde el casco sea de uso preceptivo en la ciudad.
Se conoce que les han llegado los partes médicos que les han confirmado, como no podía ser de otra manera, que los fallecimientos se han debido, entre otras cosas, a un traumatismo craneoencefálico y que eso se puede resolver con un casco. Muy sagaces. Lo que pasa es que igual no han caído en la cuenta de que la mayoría de los peatones también mueren por el mismo motivo, así que ya tienen el remedio para todos.
Casco para todos
No vamos a profundizar en ello. En la capacidad defensiva del casco, en los distintos tipos de casco, en la correcta colocación de los mismos, en su homologación, en su caducidad. No, para eso ya hay gente más sesuda. Tampoco vamos a soslayar su uso preventivo para evitar los males de caídas tontas o menos tontas. Pero de ahí a pensar que el casco previene muertes de atropellos es no trabajar sobre el problema de frente.
Porque, si no, podemos caer en la tentación de prevenir a la víctima en vez de trabajar para reducir la peligrosidad del causante, en este caso el automovilista.
Eso o que todo el mundo lleve casco y en vez de morir de traumatismo cerebral lo hagan, confiados, de politraumatismos, porque la percepción de seguridad con casco les haga más incautos. Y así todo resuelto.
Pretender que la culpa es de la víctima y trabajar sólo sobre ello es presuponer un masoquismo generalizado o una idiocia masiva, y, más que eso, es querer evitar atajar el problema desde la causa. A ver cuanto nos dura el escapismo, los juegos malabares y la huida hacia delante y, como dice un compañero mío, a ver cuánto más vamos a seguir dando cobertura al «rigor conductis» ese que sufren muchos automovilistas cuando hacen infracciones o tienen conductas intimidatorias a espaldas de la ley y siguen, como si nada, con la mirada fija al frente, como pretendiendo que si ellos no te ven, tú no puedes verles y así eluden su culpa (o algo así).
Nadie pretende con esto justificar la impunidad ciclista o peatonal, pero ellos, al menos, se juegan la vida al transgredir la ley tan alegremente y, para más inri, no ponen en peligro mortal a los demás.
Para ampliar información sobre cascos, chalecos reflectantes y seguridad, por favor clicar en el banner de la ECF (European Cyclists’ Federation) que reza «Pregúntame por qué ando en bici sin casco«.
Fuente: Bicicletas Ciudades Viajes