El precio de gasolinas roza nuevos máximos aunque el crudo es menos caro

En el epicentro de las vacaciones de agosto, millones de españoles se echan estos días a la carretera. La Dirección General de Tráfico (DGT) prevé para este mes más de 40 millones de desplazamientos. Sube el número de viajes, aumentan las temperaturas y también sube la gasolina. Con la crisis amenazando con romper todas las costuras de los maltrechos presupuestos familiares, llenar el depósito de carburante se ha convertido en un ejercicio deprimente. Algo que, por otra parte, se ha convertido ya en una tradición en casi todas las épocas estivales.

Durante la primera semana de agosto, el precio del litro de gasolina creció un 0,77% sobre el registro de la última de julio, y se situó en 1,44 euros, según datos del Boletín Petrolero de la Unión Europea. No es el récord absoluto, pero sí el valor más alto desde el pasado mes de abril, cuando -aquella vez, sí- se rompió el techo, con el litro a casi 1,50 (1,498). Queda el consuelo de que el gasóleo encadenó su segunda semana de bajada, tras caer un 0,94% y pagarse, de media, a 1,361 euros.

Llenar de gasolina un vehículo con un depósito de 55 litros cuesta más de 79,2 euros, 4,7euros más que hace un año. Si es de gasoil, habrá que pagar unos 74,8 euros, lo que supone un incremento de más de 4,4 euros respecto a agosto de 2011. Desde que comenzara el año, el litro de gasolina se ha encarecido 8 céntimos, mientras que el de gasoil ha subido de forma bastante más moderada (3 céntimos).

Incomprensible

Pero lo que más cala -y enfada- entre los consumidores es la percepción de que la gasolina casi nunca baja y siempre sube, independientemente del comportamiento del precio del barril Brent (el de referencia en el mercado europeo), o de la demanda de crudo en los mercados internacionales.

Por poner un ejemplo: a finales del mes de marzo, el precio del barril estaba en 123,98 dólares y la gasolina se vendía a 1,47 euros el litro. Ayer, el Brent cotizaba a 112 dólares y la gasolina a sólo 3 céntimos menos que entonces.

Aún así, no conviene olvidar de que el precio de los carburantes en España es inferior al que soportan, de media, el resto de países europeos. La gasolina alcanza los 1,63 euros por litro en la UE a Veintisiete y los 1,65 euros en la zona euro. Para el gasóleo, el precio en esas dos regiones de referencia está en 1,49 y 1,47 euros, respectivamente.

El mercado del crudo, siempre tan volátil, ha acusado las malas noticias provenientes de China. El gigante asiático, que anunció ayer las peores cifras de exportación desde enero, en parte por la débil demanda de la zona euro, está viendo cómo se desacelera su economía, lo que hace temer una reducción de la demanda energética en el país, el segundo consumidor en términos brutos del mundo. Según las cifras oficiales del Gobierno de Pekín, las importaciones chinas de petróleo cayeron en julio un 2,6% en relación al mes anterior y alcanzaron 21,83 millones de toneladas (el equivalente de 5,14 millones de barriles al día), su nivel más bajo desde hace nueve meses.

La Comisión Nacional de la Competencia (CNC) española denunciaba el pasado mes de julio las «asimetrías» en la rapidez con que sube y baja la gasolina: es decir, un aumento vertiginoso en los precios en función del encarecimiento de los carburantes, y su lenta disminución cuando éstos descienden. «El efecto sobre los precios minoristas es más rápido cuando hay un incremento que cuando se produce una reducción del coste de importación», sentenciaba el organismo a lo largo de un demoledor informe.

El análisis revelaba la relación directa entre la concentración de la oferta de estaciones de servicio en una determinada provincia y los precios medios antes de impuestos en ese territorio. Como solución al alza de precios proponía «un aumento de la competencia», mediante la «reducción de las barreras de entrada y expansión de los operadores petroleros».

El problema, según apuntan algunos expertos, es que el precio de los carburantes no parece regirse por la ley de la oferta y la demanda. Por ejemplo, la demanda interna de combustible para automoción cayó en España un 6,6% en el año pasado, mientras que el precio de la gasolina aumentó un 5,46% y el del gasóleo, casi un 10%. Como productos de inversión que son, los combustibles son en muchas ocasiones pasto de movimientos especulativos, añaden otras voces.

Depreciación del euro

Otro de los muchos factores que marcan los vaivenes de los precios finales de los carburantes es la cotización del euro frente al dólar, la moneda que manda en el mercado del crudo. La depreciación de la divisa europea frente a la estadounidense experimentada en los últimos meses ha encarecido la importación del crudo. La lógica dicta que si en un futuro se produce una revalorización del euro, debería llevar aparejada una reducción en el precio del combustible.

Como también deberían influir las perspectivas de la Agencia Internacional de la Energía (AIE) sobre la demanda mundial de petróleo para este año y el siguiente. El organismo ha revisado a la baja su previsión entre 300.000 y 400.000 barriles por día debido a «unos pronósticos económicos más débiles» para el periodo en análisis.

Como resultado de la imparable escalada de precios, el consumo de gasolina y gasóleo de automoción se redujo en un 5,4% y un 5,2%, respectivamente, en el primer semestre del año respecto al mismo periodo de 2011.

Fuente: El Correo

Autor: Otros
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