Clases de carné de conducir para menores

Un profesor del Instituto de Güímar gana un concurso nacional de educación vial. Velázquez dio las clases como si sus alumnos fueran a sacar el permiso de tráfico. «Lo importante de mis clases es que luego los alumnos tengan más facilidad para sacarse el carné de conducir», explica Richard Velázquez, profesor del Instituto de Güímar. Este hombre ha resultado ganador del primer premio del concurso de proyectos de educación vial de la Dirección General de Tráfico (DGT) a nivel nacional, con Un mundo lleno de posibilidades.

Velázquez estudió Química en la Universidad de La Laguna (ULL) y lleva cuatro años impartiendo clases de Tecnología y Atención Educativa en el municipio del Sur de Tenerife. Hace dos años consiguió el tercer premio nacional en este mismo concurso. «Tras quedar tercero cambié las clases para hacerlas más interesantes», explica.

Este profesor elaboró un proyecto para su clase de Atención Educativa, asignatura que cursan los alumnos en lugar de Religión, y que se desarrolló una hora a la semana durante todo el curso. En este tiempo, los estudiantes tuvieron la posibilidad de aprender sin aburrirse ya que fueron pasando una serie de fases como si se estuvieran preparándo para obtener el carnet de conducir.

Lo primero que aprendieron fue la normativa, los tipos de permisos que existen, las infracciones más comunes y las novedades en el sistema del carnet por puntos. Posteriormente, los alumnos pudieron acceder a una «autoescuela virtual», donde emplearon la teleformación como sistema de aprendizaje con contenidos sobre la fatiga, velocidad, el airbag y el casco entre otras.

En la siguiente fase hicieron informes radiofónicos para la radio del instituto, así como carteles sobre comportamientos al volante que acabaron en un vídeo colgado en Youtube. También se valoraron sus aptitudes físicas y mentales necesarias para la conducción, como la agudeza visual, auditiva y coordinación.

La parte favorita y más esperada por los alumnos fue la del simulador. Los jóvenes tenían que conducir una guagua y se bonificaba si se cumplían las normas de conducción al tiempo que se penalizaba con las faltas. Incluso pudieron comprobar los efectos de las distracciones como enviar mensajes o conducir con unas gafas especiales que tenían el efecto de una pérdida de visión como cataratas o glaucoma.

Finalmente, se procedió a la evaluación final cada trimestre. «Al final les di a los alumnos un carné con su foto y por detrás tenían su calificación expresada en emoticonos [sonriente, con un guiño]», comenta el profesor.

Velázquez se muestra orgulloso de que sus clases sean útiles a corto plazo para sus alumnos puesto que poco tiempo después se disponen a examinarse en la autoescuela. Además, algunos de ellos se han adelantado y aprovechado la ocasión para obtener la licencia de motocicletas.

Fuente: La Opinion

Autor: Otros
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